Las últimas elecciones andaluzas de 2012 no arrojaron
ninguna mayoría absoluta, por lo que se cimentó un pacto entre PSOE e IU que
gobierna hasta la actualidad. Ahora que se cercan elecciones -el año que viene,
municipales y en 2016, nacionales y andaluzas- parece que toca mover ficha.
Mientras que al PSOE no le ha perjudicado nunca pactar con
IU, a éste último le ha pasado factura cada vez que en España se ha necesitado
movilizar el voto útil de la izquierda. Los golpes han sido duros para la
coalición que todavía coordina a nivel estatal Cayo Lara, pero quizás el golpe
más duro se lo está llevando desde que surgió Podemos.
La fuerza política que lidera Pablo Iglesias le está comiendo
voto a IU en todas las encuestas, y parece que esta vez la situación está más
complicada que nunca para que IU tenga un espacio mayor que el que cultivó en
los últimos comicios. Desde el 15M se plantearon unas nuevas coyunturas (mareas,
PAH…) que, unidas a un mercado laboral predominado por la temporalidad, el
desempleo y la precariedad (lo cual individualiza
al trabajador aislándolo de formas de activismo clásicas como los sindicatos)
ha permitido que la estrategia comunicativa de Podemos tenga más éxito que el discurso
clásico de lucha de clases de IU. A esto hay que añadir el poder mediático que
ha alcanzado Iglesias y la fuerza de Internet, que ha creado una forma nueva de
comunicación horizontal desde abajo.
En una sociedad postfordista o postlaboral (fin de pleno
empleo y creciente precarización) , hasta el mismo Julio Anguita comentó que el
eje izquierda-derecha no estaba sirviendo para la movilización y que era
necesario convencer a las clases medias apelando a unos valores transversales.
Hablo de carácter movilizador, no de análisis teórico-político de cómo debe
definirse el conflicto político.
Romper las viejas
lealtades ideológicas suponía un salto necesario para la transformación social.
Esto explicaría el hecho de que él mismo Anguita lidere la fundación del FrenteCívico, un intento de generar espacios donde pudieran confluir distintas
sensibilidades críticas ante la situación actual de nuestro país.
La idea del 99%
frente al 1% de privilegiados que hizo famosa Occupy Wall Street conecta más con la gente en esta situación
actual, porque no debemos olvidar que la unidad de acción de la izquierda no
llega todavía a movilizar a un electorado masivo, por lo que no serviría para
ganar unas elecciones de forma amplia. Esta es la lectura de Podemos y, por eso,
su estrategia es de articular un discurso distinto aunque su programa sea más
parecido al de IU que al de otras fuerzas. Por lo tanto, nunca ha sido una
cuestión de programas lo que ha impedido que IU creciera más de lo que lo ha
hecho, sino de comunicación y estrategia electoral. Es el marketing, amigos,
pese a quien pese. No digo que esté bien o mal, sino que la realidad es la que
es.
Es este nuevo escenario, con Podemos creciendo con fuerza,
IU se encuentra entre la espada y la
pared. Debe mostrar que sabe gobernar, para lo que defiende su paso por los
ayuntamientos y por la Junta de Andalucía, pero también tiene que ser
rupturista con el bipartidismo. Se trata de Un conflicto difícil de resolver,
puesto que la necesidad de cambio radical de muchas capas populares ha hecho
meter a IU en el mismo saco que los demás, sobre todo cuando surgen las
tarjetas black de Caja Madrid o el
apoyo al PP en Extremadura y el pacto con el PSOE en Andalucía. ¿Estrategia
común de ambos pactos? No se sabe.
Para diferenciarse bien de Podemos, lo que se tendrá que
hacer desde la coalición de izquierdas, como os comentaba, es comunicar bien
qué tipo de gestión realiza en aquellos lugares donde gobierna, priorizando lo pragmático
en vez de perderse en grandes gestas que confunden al electorado. Se pasa más
horas hablando de conquistar la República -me parece muy loable, pero la gente
quiere soluciones concretas- que de las políticas de empleo en los pueblos
donde gobierna, de los logros -si los hubiera- en la Consejería de Turismo o Vivienda,
o de otras luchas contra la corrupción que IU ha conseguido defender con
dignidad (véase Marbella). Pero lo más importante es no agarrarse al sillón de
gobierno y, con esto último, el coordinador de IU Andalucía, Antonio Maíllo, ha planteado un referéndum a los seguidoresde la organización para preguntar sobre la continuidad o no del pacto degobierno. Este referéndum estaría supeditado al cumplimiento de cinco ejes
programáticos indispensables para la coalición:
Banca pública (anteproyecto de ley ya aprobado);
Ley de Agricultura;
Ley de Igualdad y contra la Violencia de Género;
Renta básica;
Decreto de garantía de suministros vitales.
Llega tarde, puesto que se comenta que el Referéndum se haría
en junio del año que viene (que poquito para los votos, ¿no?), pero tenía que llegar
porque los casos de corrupción en la Junta ya están alcanzando un nivel que requiere
una investigación rigurosa y profunda, asumiendo IU que, si quiere romper con
el bipartidismo, debe ser beligerante con las corruptelas, incluso retirándose
del gobierno si no lo ve claro.
Una fuerza alternativa al bipartidismo siempre es necesaria
e IU lo ha sido. Pero todos los partidos políticos son herramientas con un fin
y el de la coalición, desde su creación allá por los años 80, debía ser la de
canalizador del sentir de las clases populares funcionando a su vez como un
movimiento social y político. Los movimientos sociales se abren a la
ciudadanía, son flexibles, asamblearios y no tiene miedo de que gente de otras
formaciones se les sumen para remar en una misma dirección de cambio. La
pregunta que debe hacerse todo el mundo es si IU está cumpliendo con su función
o es esclava de sus guerras internas y de egos hipertrofiados. Si el electorado
cree que sí (que cumple una función indispensable), seguirá existiendo; si no,
perecerá.
El muro de Berlín cayó y la época de los mitos ha dado paso
a la incertidumbre fría de las sociedades tecnológicamente avanzadas. Si los
ideales no se agarran a las realidades, no sirven de nada. Un reto de difícil
asimilación para los que consideran ser poseedores de la verdad absoluta y
elevan su ideología a religión intocable. Como dijo Machado, “caminante no hay
camino, se hace camino al andar”. La teoría está muy bien pero, en última
instancia, hacer política es acumular poder. Si la izquierda se recluye en sus
propios rituales, se quedará a la deriva.
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