jueves, 4 de diciembre de 2014

Google y la Unión Europea




Google, el gigante norteamericano, vuelve a estar en el punto de mira de las instituciones. Esta vez es la Unión Europea la que anda con la mosca detrás de la oreja.
Es curioso que, como bien detalla este artículo de El Economista, con todos los problemas que tenemos  tanto de desempleo, pobreza y deuda -sobre todo en los países del sur-, la UE se plantee obsesionarse con la posición dominante de la empresa de Sillicon Valley (que, sin duda, la tiene).
Según el parlamento europeo, partiendo de una iniciativa del grupo popular y socialista,  Google asfixia a las empresas tecnológicas locales. Para romper con este monopolio se pretende dividir a la corporación, quedando así partida en dos actividades diferenciadas: la de buscador, por un lado, y las comerciales, por otro. 

Es cierto que hoy en día es difícil acceder como empresa a Internet en las mismas condiciones que entró en su día Google. El gigante tecnológico domina el 90% del mercado en muchos países y ese control de diversos sectores  y su predominio como buscador ha solidificado bastante su posición. Lo que ocurre es que en Internet nada es para siempre y menos aún cuando los consumidores suelen ser personas muy dadas a cambiar constantemente de productos y servicios en esta nueva era digital. La tecnología e Internet han transformado paulatinamente nuestras pautas de consumo, volviéndose más exigentes y volátiles. Este cambio, que flexibiliza nuestra forma de consumir, también tiene consecuencias en el empleo, que se ha visto fuertemente influido planteándonos un panorama lleno de contratos que no sabemos si llamarlos flexibles o precarios. 

La ley antimonopolio debe buscar proteger al consumidor, no determinados intereses corporativos de empresas que no se actualizan, como ya ocurre con la denominada tasa Google. Habrá que dilucidar si la estrategia de Google va encaminada a eliminar competencia o simplemente ha mejorado tanto su producto que preferimos eso a otra cosa. Creo que se está satanizando constantemente a esta empresa, y habría que investigar qué intereses se esconden detrás. Si es por el bien del ciudadano medio, me parece perfecto; si no, mal vamos.

Los problemas económicos de la Unión Europea, tal y como se comenta en dicho artículo, son otros. En los límites de una nueva recesión, con un paro galopante en muchos países -España es ejemplo- culpar a Google del deterioro de una economía agónica me parece exagerado. La pregunta debe ser cómo podemos fomentar el desarrollo tecnológico de tal forma que en nuestras fronteras surjan nuevas Googles. Innovación y emprendimiento deben ir de la mano.

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