Fuente: wikipedia |
Interesante documental el que pudimos ver la semana pasada en Antena 3 sobre el negocio del Coltán, ese mineral tan codiciado que es materia prima fundamental de nuestros móviles
y tablets, entre otros productos. Para dar más detalles, en realidad el Coltán
es una mezcla de los minerales columbita y tantalita.
El reportaje tiene lugar en la República Democrática del Congo (RDC),
lugar donde supuestamente se encuentra el 80% de las reservas mundiales de Coltán.
A las minas legales se les unen las ilegales, controladas por grupos armados
que no vacilan en usar la fuerza para asegurarse un producto tan preciado y con
pingües beneficios. Sumergidas en la violencia, moverse alrededor de las minas
de Coltán puede suponer un serio peligro. Y es que, en su día, el tráfico del
Coltán ayudó a financiar a los bandos enla segunda guerra del Congo; además, también es fuente de liquidez para Ruanda y
Uganda, que roban el mineral a su país vecino para exportarlo a Occidente.
Si leéis en profundidad el artículo de Wikipedia que os
adjunto sobre la guerra congoleña, os quedaréis de piedra. No solo estamos ante
un genocidio que pone los pelos de punta, sino que el pasado colonial de países
como Bélgica no debe ser jamás olvidado (siempre me vendrá a la memoria “Elcorazón de las tinieblas” de Joseph Conrad. Si no lo habéis leído, no sé a qué
esperáis). ¿Y por qué digo esto? Porque cuando te dedicas a quitar y poner
gobiernos y permitir genocidios con tal de que siempre gobierne uno que te
interese, todo eso se puede volver en tu contra. ¿Tiene mecanismos la ONU para
detener semejante violación de los derechos humanos como la que se perpetró
allí? ¿Se puede parar una limpieza étnica sin recurrir a la fuerza? Estas son
algunas preguntas que me surgen y que dejo para el debate.
La cuestión del Coltán, como la de tantos minerales, nos
debe llevar a reflexionar sobre la cuestión africana. El continente negro no es
un lugar pobre, más bien está empobrecido. La corrupción y una hipocresía
generalizada de Occidente, unidas a décadas y décadas de guerras civiles y
luchas étnicas sin cuartel, no ofrecen un panorama muy halagüeño. La pobreza es
insultante, aun cuando poseen fuentes endógenas de riqueza.
Los reporteros consiguieron adentrarse en las minas tras una
serie de incidentes y soltar dinero por doquier. Trabajadores que se juegan la
vida por poco dinero, muchos menores de edad y en condiciones infrahumanas,
golpean duro las rocas para extraer lo que a la postre supondrá miles de
millones de dólares en beneficios. Beneficios, por cierto, repartidos en gran
medida entre grupos armados, corruptos, intermediadores y, ahora mismo,
empresas de origen chino. El gigante asiático ha entrado con fuerza en África y,
por lo visto, está expoliando todo lo que puede. Y es que 1.200 millones de
habitantes en un país que crece al ritmo que lo hace China exigen mucha materia
prima.
Como os comentaba, en la República Democrática del Congo y
en sus países vecinos, donde supuestamente la industria del Coltán debería
crear empleo y prosperidad, parece no llegar ese maná de riqueza. La miseria
está a la orden del día, y parece que Naciones Unidas no puede arreglar el
embrollo. ¿Falta de voluntad? ¿Acaso las multinacionales están interesadas en
mantener esa situación para conseguir mejores precios?
Para que un país se desarrolle hace falta un estado que
permita repartir la riqueza, crear escuelas, hospitales, carreteras, luchar contra
la corrupción y la pobreza, generar infraestructuras y perseguir la violencia. En
fin, hace falta democracia de calidad.
Buen artículo sobre el infierno. Nos falta estar más despiertos y dejar de créernos todas las versiones "oficiales"
ResponderEliminar:S
Gracias por el comentario, Isidro. Sí, la verdad es que desconocía cómo funciona este sector del coltán, y me he quedado un tanto perplejo. Pero claro, viendo como funciona el mundo, uno tampoco se puede sorprender mucho.
ResponderEliminarUn saludo!
No sólo es el Congo, en Colombia también. Coltan igual a diamantes del siglo XXI
ResponderEliminarSí, Inmaculada, un negocio rentable y lleno de malas prácticas.
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