Leo no hace mucho en el blog de Enrique Dans que Linkedin
planea lanzar una herramienta específica
para empresas. La idea es construir un espacio en el que los empleados puedan compartir
información, generando así una comunidad que fomente la innovación y el
aprendizaje.
En la sociedad actual, y siempre que hablamos del Big data sale el mismo tema, un
profesional hiperconectado a fuentes de información de calidad es alguien que multiplica
su valor. No olvidemos que la información, trasformada en conocimiento, es lo
que incrementa la productividad en muchas áreas: para vender, para incorporar
mejoras en la producción, para conocer nuevos mercados, etc.
Facebook también
está construyendo algo similar llamado Facebook for work, que está probando tan solo en algunas compañías. La idea es reproducir su red social dentro de una organización con un objetivo
claro: que el compartir información de
interés para la empresa se convierta en algo natural, necesario y de un alto
valor de cara a incrementar “los flujos de trabajo, la coordinación y la
eficiencia” de los trabajadores.
Ya lo dice Dans en su artículo: “Esta obsesión por la circulación interna de la información en las
compañías tiene muchísimo sentido: para alimentar la innovación, las empresas
necesitan aportes constantes de información, para adquirir inteligencia
ambiental, para estar informadas de lo que ocurre a su alrededor, en su
industria o en otras”. Si vivimos en una sociedad cuyos ciudadanos están
hiperconectados, es evidente que el profesional deba estarlo también. Si
trabajamos las herramientas tecnológicas para convertirnos en profesionales con
una amplia red de contactos y acceso a buenas bases de información, es evidente
que estamos generando valor añadido para cualquier empresa que quiera contar
con nosotros o, si vamos más por libre, cualquier cliente que se interese por
nuestros servicios.
Manuel Castells, en su fantástica obra “La era dela información volumen 1: La sociedad red”, establece que la nueva
sociedad en la que vivimos es conocida como informacional, “porque la productividad y
competitividad de las empresas, regiones
y naciones, dependen fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y
aplicar con eficacia la información basada en el conocimiento”.
Como ya escribí en su día en la reseña del libro, muchas
de las nuevas empresas, o empresas red, viven en un sistema en el que la
transfusión de conocimiento se mueve por estructuras horizontales de
información. Redes de proveedores, redes de clientes o redes de productores
son parte de la red de araña en la que se mueve la empresa. Esta última se
verá obligada a aliarse y a mejorar sus estructuras organizativas para permitir
adaptarse mejor a los cambios tecnológicos que está imprimiendo la sociedad
red. Por lo tanto, podemos decir que muchas de las características de la
empresa red serán: “organización en torno al proceso, jerarquía plana,
gestión en equipo, resultados orientados a la satisfacción del cliente,
maximización de contactos con proveedores y clientes; información, formación y
reciclaje de los empleados” (pág. 214).
Es evidente que si el prototipo de empresa adaptada
a las sociedades tecnológicamente avanzadas es la empresa red, el profesional,
el empleado o el trabajador, inexorablemente, terminará siendo un individuo en
red.
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