El debate que propuso El País solo contó con tres candidatos, con la ausencia sonada del PP en estos foros, así como
la de Izquierda Unida. Me parece muy
triste que no se invite a Alberto Garzón; el debate ganaría mucho con una
persona de su talento. Por lo demás, estamos ante un debate muy interesante,
entretenido y llevadero y, desde luego, muy necesario. Por lo tanto, ganamos
todos, la sociedad y los candidatos, y perdió Rajoy, que una vez más se esconde
para no tener que dar explicaciones. Todo el tiempo que el PP huye de los
debates es tiempo regalado para el resto. Quizás le pase como con Cataluña, cuando se dé cuenta, será tarde.
El debate
En la introducción hablaron del terrorismo yihadista, con
los conocidos argumentos de los candidatos sobre pactos y guerras. Luego
pasaron a los bloques.
Primer bloque:
economía y el empleo
Rivera habló del contrato único como medida estrella, así
como del complemento salarial para sueldos bajos. También trató la cuestión de
los autónomos, estableciendo que estos solo paguen en función de lo que ganen.
Pablo Iglesias criticó las políticas de austeridad. Defendió
el incremento de los ingresos combatiendo el fraude fiscal y la obligación de cambiar
el modelo productivo, buscando la creación de 300.000 puestos de trabajo
relacionados con las energías renovables y el I+d+i. Apostó por la pequeña y
mediana empresa y el combate de la precariedad, así como leyes de segunda oportunidad
para personas y empresas junto con un programa de retorno del talento que se
fue de España.
Pedro Sánchez aprovechó el bloque de economía para defender
la herencia de los gobiernos del PSOE, relacionados con la creación del Estado
del Bienestar, la educación pública y la Seguridad Social universal, a la vez
que criticó a una derecha ausente por los problemas sociales causados con su
gestión. En este instante, Rivera aprovechó para proponer medidas concretas,
atacando el bipartidismo y la herencia recibida. Iglesias habló de la reforma
del artículo 135 de la constitución, de la
reforma laboral de Zapatero y que una cosa
es el PSOE en Campaña y otra, los gobiernos. En ese instante Pedro Sánchez
criticó el contrato único y prometió derogar la reforma laboral. Ambos, Sánchez
y Rivera, se enzarzaron en una discusión sobre los derechos laborales.
Cuando le tocó el turno a Iglesias, habló de la huelga que
le costó a Zapatero la reforma laboral, acentuando las contradicciones de los gobiernos del PSOE.
Al hablar del paro juvenil, Rivera siguió defendiendo el
contrato único, mientras que Sánchez estableció que dicho contrato supone más precariedad, al igual que opinaba
Iglesias. Pablo profundizó en la necesidad de crear estímulos económicos
defendiendo un plan de transición del modelo energético. Con la misma
legislación laboral, hay más paro en Andalucía que en el País Vasco. Otra
medida de Podemos es subir el salario
mínimo para aumentar el consumo.
Albert Rivera también defendió el complemento salarial para sueldos
bajos. Ya de camino criticó la renta básica y que los otros dos partidos no hacían
propuestas. Sánchez apostó por la lucha contra el fraude y por desarrollar la Formación
Profesional. Pablo Iglesias explicó lo que en realidad es la renta garantizada,
orientada a 8 millones de personas que están en riesgo de exclusión, con un
coste de 15 mil millones de euros.
Una vez terminado el turno de los políticos en este bloque,
el público empezó a preguntar. La primera cuestión trató sobre la igualdad
entre hombres y mujeres, sobre todo debido a la diferencia salarial.
El segundo bloque: políticas
sociales
Pedro Sánchez, mirando a la cámara, se empeñó en mostrar que
Ciudadanos es de derechas y está a favor del copago. Además, defendió la ley de
dependencia aprobada por Zapatero.
Rivera prometió un pacto nacional por la educación, para así
terminar con la dinámica de que cada gobierno apruebe una ley de educación.
Pablo Iglesias defendió blindar derechos sociales, entre
otras políticas que ya planteó con anterioridad, como las rentas garantizadas. En
cuestión sanitaria apoyó la sanidad universal
incluida para inmigrantes.
Sánchez propuso derogar la LOMCE, convertir becas en
derechos y mejorar la educación en general.
Iglesias criticó las puertas giratorias y defendió la
evaluación en la educación, estableciendo, por qué no, cuestiones de productividad
en el profesorado. En este instante, Sánchez salió con Monedero y acusó de difamador
a Iglesias. En dicho momento perdió puntos, en mi opinión, porque desaprovechó
el tiempo para defender propuestas concretas que se quedaran en la mente de la
gente y le dio pie a Iglesias para seguir criticando las puertas giratorias y
la corrupción.
La pregunta del público giró alrededor de los mayores, y
aquí se generó un debate sobre las pensiones.
El tercer bloque: política
territorial
Aquí no me extenderé mucho, puesto que es un tema denso en
el que hablaron sobre las necesarias reformas de la administración, entre otras
materias. Iglesias defendió el Referéndum en Cataluña, la reforma de la Constitución
y un nuevo pacto institucional. Rivera pidió unidad y Sánchez un estado federal
(criticando de paso a Artur Mas). El tema
catalán monopolizó gran parte de este espacio, lo cual indica lo complicado del
asunto.
Sánchez sacó a la URSS para hablar del derecho a la
autodeterminación, incluso a Batasuna, lo cual supuso otra pérdida de papeles, porque
en Reino Unido hubo un Referéndum para Escocia y en Canadá ha habido varios, dos
países nada sospechosos de ser repúblicas soviéticas. Rivera trató el tema con
más conocimiento, puesto que su partido se fundó en territorio catalán y él ha sido
parlamentario en Cataluña. En cierta manera tiene razón, puesto que el Referéndum
no terminará con las ansias independentistas. Con la confrontación entre bandos,
gana Más y gana Rajoy o, por lo menos, eso es lo que parece.
Hubo un momento gracioso, que fue cuando Sánchez se empeñó
en decir que Rivera es de derechas e Iglesias aprovechó para comentar que
Rivera es de lo que haga falta: en Andalucía pactó con el PSOE y en Madrid, con
el PP.
El cuarto bloque
trató sobre regeneración democrática y corrupción, desde luego un espacio
interesante, ya que la corrupción es un tema de actualidad que preocupa mucho a
los españoles. Fue la parte más tensa, porque se empezaron a tirar los trastos
a la cabeza con el tú más.
Podría seguir analizando propuestas, pero este artículo se haría
demasiado largo. Mis conclusiones son
las siguientes.
Conclusiones
Rivera e Iglesias estuvieron en su línea, firmes en sus
propuestas y críticos con el bipartidismo. A Iglesias lo vi sosegado, muy
tranquilo y, desde luego, mejor que en debates anteriores. Apeló constantemente
a mantener un debate sereno, sobre todo cuando se enzarzaban Rivera y Sánchez,
y sus comentarios irónicos también estuvieron pertinentes. Le faltó mirar más a
la cámara, que significa dirigirse a los españoles.
Rivera ha cogido un ritmo muy potente de cara a las elecciones
que, si mantiene, es posible que le dé buenos resultados. Sin embargo, ya
empieza a recibir duras críticas sobre sus medidas relacionadas con el empleo, que
es posible que pueda minar, en cierta medida, su capacidad de conectar con un
electorado concreto vinculado a la izquierda.
Sánchez se centró demasiado en derogar lo que hace el PP y
en defender lo que hicieron anteriores gobiernos socialistas, pero lo veo normal,
porque el candidato del PSOE pretende movilizar el voto útil contra el PP,
apuesta que siempre le ha servido, pero que tengo mis dudas de que repita éxito
esta vez. Aunque nunca se sabe.
Por cierto, otra cosa es creerse lo que proponen los
candidatos. Pero eso es asunto para otro artículo.
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