Fuente:Wikipedia. |
La Ciencia Ficción, desde Isaac Asimov hasta las películas
de Terminator, ha ido manifestando una visión un tanto particular de la
robótica y la inteligencia artificial. Un artículo publicado recientemente en BBC me
ha recordado la interesantísima película “EX_Machina”. Si avanza exponencialmente
la humanización de las máquinas, ¿cómo podremos diferenciar una máquina de un
humano? ¿Serán las máquinas capaces de manipular sentimientos como nosotros?
¿Qué nos podremos esperar de una inteligencia mucho mayor que la de nuestra
especie? ¿Harán el bien o el mal?
Uno de los cerebros más potentes de nuestro planeta, Stephen Hawking, afirma que el mundo se va algarete y que la culpa es nuestra. Amenazas tales como la guerra nuclear, el calentamiento global y los
virus genéticamente modificados son algunos de los problemas planteados por el físico como los más graves.
No obstante, podemos controlar los riesgos derivados de un mal uso de la tecnología,
pero tenemos que hacerlo ya.
La relación entra tecnología y humanidad debe ser, sin lugar
a dudas, un debate social profundo en el que necesitamos no sólo a economistas
que sumen beneficios, sino a sociólogos, antropólogos, filósofos… ¿Qué permitiremos
a la ciencia hacer? ¿Y qué le prohibiremos?
Los avances en labiotecnología siguen siendo esperanzadores para luchar contra las enfermedades,
pero, ¿podremos manipular genéticamente a los individuos? ¿Se nos ofrecerá un
escenario similar al que predijo Aldous Huxley en “Un mundo feliz”? ¿Las
desigualdades económicas se tornarán en desigualdades genéticas?
Tampoco es cuestión de ser agorero, pero la realidad está
ahí. Por lo visto, Google incluso patentó un botón con el cual apagar toda la
inteligencia artificial. ¿Para qué hacerlo si uno se fía ciegamente de lo que
va construyendo y diseñando? Desde mi punto de vista, parece que el pánico a corto plazo no es tanto que los robots
se adueñen del mundo, sino de cómo vamos a afrontar las distintas transformaciones
que la automatización y la digitalización pueden provocar en el mundo del
empleo.
El economista Jeremy Rifkinn alertó sobre las consecuencias
de la automatización en el tejido productivo: menos empleos y, por extensión,más paro. A pesar de que vivimos varias burbujas
especulativas, en España la inmobiliaria y sus consiguientes crisis, esto no explicaría
todo el desempleo que existe. Las máquinas son más productivas y eficientes y,
por lo tanto, todo lo que se puede automatizar se hará. ¿Nos enfrentamos a un
mundo sin trabajo? El crecimiento del desempleo también se une al del infraempleo
y se destruyen más puestos de trabajo que los que se crean.
¿Qué opinas? ¿Vamos hacia una utopía o hacia una distopía?
Bibliografía
recomendada.
Rifkin, Jeremy. EL Fin
del Trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: El nacimiento de una
nueva era. Paidós Ibérica. 2010
Tezanos, José Félix. EL trabajo perdido. ¿Hacia una civilización
postlaboral? Biblioteca nueva. 2001.
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