lunes, 11 de marzo de 2013

Líderes y Masa.


Os dejo el artículo que esta semana he escrito para "Noticias de Almería". Está dedicado a reflexionar sobre si los seres humanos, en cuestiones políticas, somos más de líderes o de actores colectivos.


Un debate que ha atizado mucho a la Ciencia Política, por lo menos en el área de la Teoría Política, es el de si somos más de líderes o de grandes actores colectivos. Las revoluciones y los cambios sociales son llevados a cabo por grupos humanos; pero a la historia recordada -ésta es la que nos llega escrita- le gustan mucho los reyes, los dioses, los guerrilleros, los caballeros, los filósofos y los grandes “guías” y redentores del pueblo desvalido. No se nos olviden los profetas. En nuestra peculiar visión maniquea de la vida, hablo de occidente, donde el bien y el mal están tan divididos –o, por lo menos, eso creemos-, la vida es cuestión de héroes y villanos, vaqueros o indios y un largo etcétera de grupos guiados por un carismático personaje. Desde luego, necesitamos simplificar; pero tanto, en ocasiones, nos desvía del debate sosegado.

Es cierto que las emociones son determinantes en la arena política, más que el debate racional, y que hay líderes carismáticos, cierto, pero, ¿serían líderes sin el contexto histórico? ¿Hitler hubiera llegado al poder sin el desempleo, la crisis y otras facetas propias de la Europa de entreguerras? Para la ciencia ficción seguramente sí; de hecho, escucharán a muchos oponerse a la clonación, no vaya a ser que dupliquen a algún tirano. De golpe, se llevan por delante todo aquello que llamamos socialización, educación y contexto histórico. Pero para las novelas funciona muy bien. O, por otro lado, pensemos en mayo del 68, la Revolución Francesa, la guerra de la independencia española u otros fenómenos más idealizados. Cuántas personas han pasado a los libros de texto que, si hubieran nacido en otras épocas, seguramente no sabríamos ni quiénes son.

Desde mi peculiar visión escéptica e iconoclasta de la política -para muchos quizás algo cínica, pero algunos científicos sociales somos así-, esperar que todos los problemas sociales desaparezcan si llega un mesías, es un error. De hecho, se critican muchos movimientos sociales porque “no tienen líderes”. Esto puede ser un problema en el mundo del cómic, en el que necesitamos superhéroes y sus antagónicos, pero en la vida real, los cambios vienen por lo colectivo, si no, no se sostienen. Aún así, estamos expectantes para seguir la senda que nos marque un timonel. ¿O no? Qué sería de los debates televisivos si no se pudieran insultar los unos a los otros con nombres y apellidos. ¡Estarían obligados a hablar de ideas y de proyectos! O, peor aún, a intentar hacerlos cumplir.

Robert Michels, el pensador alemán creador del concepto “ley de hierro de la oligarquía”, planteó una visión un tanto funesta del liderazgo. Primero estipuló que el liderazgo anula la democracia, creándose una élite anclada en estructuras de poder que le cogen demasiado gusto a permanecer en él. Esto se debe a que los partidos políticos se burocratizaban tanto que al final eran controlados por una oligarquía de sujetos. Luego, la masa, entendida como todos los ciudadanos en colectividad, preferimos no calentarnos la cabeza y seguir al líder que más no recuerde a nosotros mismos. Se mire por donde se mire, una visión nefasta de los líderes y la masa.

Y yo me pregunto: ¿es la masa quien sigue al líder, o el líder el que sigue a la masa colocándose delante? Un líder sin apoyo popular sería considerado un charlatán. Quizás todo es cuestión de oportunidad.

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