Aunque escuchemos muchas veces el concepto lobby o grupo de presión, en ocasiones da la sensación de hablar de aspectos más propios de un guion de Hollywood que de nuestra propia cotidianeidad. Pero no, la realidad siempre supera la ficción. En una reciente noticia publicada en la prensa se establecía que en Bruselas, sede de la sacrosanta Unión Europea, en un registro especial que agrupa los lobbies del Ejecutivo Europeo y el Parlamento, podemos encontrar inscritas un total de 5.542 de estas organizaciones. Los lobbies no son más que grupos corporativos que están especializados en una cosa: presionar al poder político para que ciertas decisiones beneficien sus intereses. Ah, esos viejos tiempos en los que recordábamos la dicha de una persona, un voto.
El origen de la palabra lobby se lo debemos a los ingleses; literalmente significa vestíbulo o sala de espera. En el Parlamento británico existía esa sala donde los representantes del pueblo se reunían con los ciudadanos para escuchar sus demandas y propuestas. En nuestros días, se considera un lobby a aquel grupo que ejerce presión al poder político. Escucharán en determinados foros hablar del lobby judío o el lobby del petróleo, pero también escucharán hablar de las ONG como grupos de interés o, incluso, de los sindicatos. Esto se debe a que los grupos de presión no son patrimonio de ninguna ideología, pero es cierto que para presionar bien al poder, hace falta o mucha gente o mucho dinero.
Si siguen mínimamente la política en EEUU, verán cómo se hace referencia constantemente a los lobbies: al del petróleo, como he citado, pero también al de la industria del armamento o, como bien reflejó Michael Moore en su documental Bowling For Colombine, a la Asociación Nacional del Rifle y sus continuas acciones para impedir cualquier regulación sobre la tenencia y uso de armas en este país. Además, tengan en cuenta que los lobbies tienen más importancia de lo que pensamos, pues en todo sistema de partidos, para hacer campaña y política, se necesita financiación. Tradicionalmente, muchos lobbies han trabajado la cuestión de la financiación de los partidos a lo largo del mundo a través de generosas donaciones, pero no sólo así se consigue influencia; también pueden fundar televisiones, periódicos u otros medios de comunicación que generen opinión. ¿Les suena familiar todo esto?
Como decía, cerca del poder político siempre planean las corporaciones pendientes de sacar tajada. Desde contrataciones hasta leyes que les son beneficiosas. De ahí que se pida dentro de la Unión Europea una mayor transparencia, puesto que se sospecha que no todos los lobbies están registrados en esta base de datos. Además, como no se presentan a las elecciones, no sabemos bien qué intereses defienden. Más de 5000 organizaciones presionando a Bruselas requieren, como mínimo, una base detallada y controlada.
Si tenemos en cuenta que el Parlamento Europeo está formado por 736 parlamentarios y la Comisión Europea, por 27 miembros (uno por cada estado perteneciente a la UE), nos sale que a cada miembro de estas instituciones le corresponden unos cuantos lobbies con los que regatear. ¿Harán más caso a estas organizaciones que a lo que prometieron cuando se les dio el voto? Muchas de las políticas que nos afectan se negocian en Bruselas, o sea, que es aquí donde se cuecen las habas. Estaremos pendientes de lo que ocurre.
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Muy interesante, grs Héctor
ResponderEliminarJavier
Gracias por el comentario, Javier. Un saludo
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