Fuente: El Diario.es |
El panorama político está que arde. Las encuestas anuncian
una fragmentación en el escenario actual
de los partidos, con la irrupción de nuevas formaciones políticas que pisan
fuerte pero que todavía no sabemos cómo se comportarán tras las elecciones. Todo
está sucediendo tan rápido que un día las encuestas encumbran a Podemos como el
nuevo actor llamado a ocupar la Moncloa, y otro día dicen que se quedará por
los suelos y Ciudadanos ocupará ese lugar. Como estableció en su día Heráclito:
todo fluye, nada permanece.
La fuerza con la que está creciendo Ciudadanos que, según un
interesante artículo publicado en el Diario.es, estaría penetrando en el
votante moderado del PSOE, nos plantea si la estrategia implementada por la
formación de Pablo Iglesias no se está encontrando con serios problemas. Los
resultados en las elecciones andaluzas han sido claramente insuficientes,
puesto que con el 15% de los votos -para ser la primera vez que se presentaron
no está tan mal- no transforma gran cosa y mucho menos se da el sorpasso al
PSOE. Su idea de transversalidad, superar la dicotomía izquierda y derecha por
otra que enfrenta a una minoría de privilegiados con los de abajo, choca con el
imaginario colectivo de que todavía existen las izquierdas y derechas. De
hecho, en innumerables encuestas, se considera a Podemos un partido de
izquierdas, para algunos incluso más radical que otros, o, por el contrario,
demasiado moderado para los parámetros de las necesidades de cambio radical que
desde determinados colectivos se demandó en el 15M. Nunca llueve a gusto de
todos.
Ciudadanos puede ser el Podemos de la derecha o algo más.
Quizás la transversalidad de Albert Rivera también sea una de sus fortalezas.
Con medidas económicas totalmente diferentes a las propuestas por Podemos,
volvemos a situar en el tablero político una cuestión de pelea ideológica entre
modelos económicos y sociales divergentes encaminados a convencer a una mayoría
social. Tenía entonces razón el líder de Izquierda Unida Alberto Garzón cuando hablaba
de que lo importante es debatir sobre de economía desde posiciones ideológicas
nítidas. Pero, claro, la vieja izquierda a veces es esclava de sus
tradicionales símbolos y liturgias automarginándose electoralmente en multitud
de ocasiones. Como podéis ver, estamos inmersos en el dilema del prisionero
puesto que, se haga lo que se haga, siempre se tiene que decidir entre caminos
espinosos llenos de incertidumbre.
¿Dónde está el equilibrio?
Cuando los discursos buscan la ambivalencia para contentar a
todo el mundo es posible que no terminen por contentar a nadie, o que la
batalla electoral se juegue en cuestiones tan simples como cuantos años de
cárcel hay que meterle a un político corrupto. ¿Qué pasa con nuestro modelo
productivo? ¿Con la pobreza infantil? ¿Con el modelo de estado? ¿Con la
precariedad laboral? Es cierto que esto
plantea un debate profundo y serio y en las tertulias televisivas no hay tiempo
para hacer tanta pedagogía. Pero no olvidemos que es necesario que la gente se
preocupe no sólo de echar pestes de los políticos, sino de pensar alternativas
beneficiosas para la sociedad.
Una cuestión importante y obvia que no se nos puede olvidar: la crisis ha
incrementado el descontento y la aversión hacia los políticos. La idea de regeneración
democrática puede pasar, para algunos, por más estado, más control y más
trasparencia y para otros, por apostar por la iniciativa privada y reducir la
burocracia. Si Podemos y Ciudadanos se encuentran en temas de regeneración y
lucha contra la corrupción, de nuevo, las diferencias deberán de ser planteadas
en cuanto a modelo económico se refiere, o sea, un debate profundo de cuáles son
las propuestas que se defienden. ¿Quién puede seducir más a una mayoría social?
Creo que Ciudadanos lo puede tener más fácil a la hora de
captar votos tanto en el PP como en un sector moderado del PSOE -como comentaba
antes-. Pero Podemos puede tenerlo más complicado para salir del espacio
político que ya en sus mejores tiempos tuvo la IU de Anguita. En mi opinión, es cuestión de paciencia. En
cuanto estos partidos accedan a estructuras de poder y empiecen, si tienen la
oportunidad, a gestionar o a influir en la gestión de diferentes gobiernos, la
simpatía o el rechazo empezarán a fluir.
Un politólogo, como un economista, puede cometer el error de
considerar que puede predecir el futuro, pero éste no está escrito. Lo que sí
me preocupa con todo este panorama tan convulso es la crisis de expectativas.
Si una mayoría apuesta por Podemos o Ciudadanos y luego no se cambia nada o
vamos a peor -si cabe-, entonces, ¿cómo se canalizará el descontento en ese
preciso instante que no se cree en
ningún actor político?
Lecturas recomendadas:
http://www.eldiario.es/zonacritica/Podemos-siempre-medio-polemica_6_382921718.html
http://www.eldiario.es/zonacritica/Podemos-siempre-medio-polemica_6_382921718.html
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