Según las últimas noticias, “la productividad laboral anual media subió más del doble que los salarios del sector servicios, un 2% entre 2008 y 2014.” Para aquellas personas
que hablaban de ligar salarios a productividad ahora sería un buen momento para
reabrir el debate.
El crecimiento del Producto Interior Bruto español no tiene por
qué tener mucha relación no sólo con la creación de empleo, sino con la generación
de puestos de trabajo de calidad. Nuestro país ha vivido una devaluación salarial, y eso nos
hace ver situaciones en las que el empleo, en diversas ocasiones, no es sinónimo
se inserción social.
Seguimos leyendo:
“España sería el segundo país que experimentaría un mayor aumento del PIB, del
3,6%, si se aplicara de forma ambiciosa la directiva de servicios europea, por
detrás de Chipe, cuyo PIB subiría un 4,2% y por delante de Luxemburgo, que
subiría un 3%, muy por delante en todo caso de la media del 2,5%”. La buena
noticia sobre el crecimiento económico debería de traducirse en un incremento
de los salarios, con la idea de poder repartir mejor la riqueza y asegurarnos
de que el crecimiento del consumo seguirá siendo paulatino y llevadero.
A priori, no me
parece mal ligar salarios a productividad, siempre que se haga tanto en las
vacas flacas como en las gordas. No es lógico apretarse el cinturón cuando hay crisis y no pillar nada
cuando la cosa mejora. Si bien es cierto que el dinero no lo es todo de cara a motivar
a un empleado, tener un salario mísero tampoco ayuda a involucrarse en la
política de la empresa con toda la energía posible.
A pesar de las buenas estadísticas macroeconómicas, me
parece que todavía queda por extenderse de forma generalizada la mejora
económica a la sociedad en su conjunto. Por otro lado, no hay que soslayar el
hecho de que la productividad suba precisamente en el sector servicios, puesto
que, según los datos, es el “mayor
sector en las economías de la eurozona. En 2014, generaron el 51% del Producto
Interior Bruto de la eurozona y el 45% del empleo”. O sea, que no deja de ser, sin
lugar a dudas, el sector más importante de nuestras economías.
No quiero terminar este artículo sin traer a colación uninforme de la OIT sobre la creciente brecha entre salarios y productividad enlas economías desarrolladas. Es interesante, porque este fenómeno se está convirtiendo
en una norma global. La tecnología nos permite ser cada vez más productivos,
aunque no cobremos más:
Fuente: OIT
Se trata de una auténtica brecha, que, si unimos a la
desigualdad, nos plantea un panorama social
bastante fracturado.
El debate sigue abierto y me gustaría conocer vuestra
opinión. ¿Deben ligarse los sueldos a la productividad? ¿Cómo calculamos dicha
productividad para ser lo más objetivos y justos posibles? ¿Son las bonificaciones
económicas lo más importante de un puesto o podemos barajar otras opciones?
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