viernes, 13 de noviembre de 2015

Cataluña y la agenda-setting

Con todos los problemas que tenemos en España, últimamente el monotema es la resolución unilateral de independencia de Cataluña. Más bien declaración de intenciones, puesto que la  idea es iniciar un “proceso” que culmine con la creación de una república catalana.

Es interesante ver la evolución ideológica del partido de Artur Mas, colapsado por la corrupción, y que hasta no hace mucho consideraba la independencia como algo “rancio”. Y más interesante es ver el cierre de filas que ERC y las CUP han hecho hacia Convergencia Democrática de Cataluña, priorizando la creación de un hipotético estado catalán por encima de limpiar las instituciones, ya sólidas, del autogobierno de la Generalitat.

No es nuevo que, cuando un gobierno se ve acorralado, utilice banderas y patrias como escudo. Si bien es cierto que el inmovilismo característico de Rajoy, cuyo partido, el PP, ha intentado captar voto en el resto de España a base de menospreciar a Cataluña - véase la campaña contra el Estatut-, esta vez la salida hacia adelante de los independentistas no tiene ninguna justificación. Ni obtuvieron más del 50% de los votos, ni tienen razón cuando culpan al estado español de cuestiones que hace su gobierno. Es Rajoy quien aprueba la ley mordaza, no el estado español que, cambiando de dirigentes, podría establecer otro tipo de leyes e incluso otra relación con Cataluña. La diferencia entre estado y gobierno es básica, porque es posible que un estado catalán gobernado por los señores del 3% acabe peor que lo que tienen ahora.

Al final, quien controla la Agenda-Setting es quien hace la política. Artur Mas y Rajoy se retroalimentan y la estrategia de forzar la situación hasta el  límite parece que les conviene electoralmente. Pero, ¿hasta donde se puede llegar? ¿Se aplicará el artículo 155 de la Constitución que anularía la autonomía? Algunas fuerzas solicitan la celebración de un Referéndum, pero este también supone una serie de riesgos. Primero: no pondrá final al sentimiento de identidad que tienen los independentistas, o sea, que  no terminarán de pedir irse de España salga el resultado que salga. Segundo: la independencia supondría el final de España como es ahora y, por lo tanto, tenemos que analizar dicho contexto muy bien y pensar en lo que nos podrá venir. Dicho esto, el derecho de autodeterminación es algo reconocido por la ONU, es cierto, pero no entiendo que defendamos dicho derecho dentro de un concepto de la Unión Europea sin fronteras ni barreras. ¿Podemos hablar de naciones tal y como se pensaba hace 50 años?,¿podremos resistir los recortes y el neoliberalismo cuando las fuerzas “progresistas” se dedican a querer crear más burocracias mostrando su incapacidad para coordinarse con el resto de fuerzas de un mismo estado?, ¿es Cataluña una región oprimida por la metrópolis o, mejor dicho, por todas aquellas personas que no vivimos allí y sí en el resto de España?

Que las CUP se vanaglorien de incorporar cuestiones sociales en el acuerdo con Junts pel sí  es algo para reflexionar. Los nacionalismos se tocan, a pesar de que la organización izquierdista ha prometido no apoyar a Mas y ha mostrado evidentes diferencias con CDC. ¿Se llegará a otro tipo de acuerdo a pesar de esta negativa? Es evidente que sí, ya que si Mas no es investido presidente antes de enero, o surge otra alternativa o se tendrán que declarar elecciones anticipadas. Este último escenario me da a mí que no interesa al nacionalismo, pero todo se verá.

A pesar de que el Tribunal Constitucional ha tumbado dicha declaración, la intención de desobedecer de los independentista está clara. De nuevo, nos enfrentamos a un choque de trenes. Nada mejor para los independentistas que sus promotores públicos se vean detenidos por la policía. Mártires en nombre del pueblo catalán.

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