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Es lógico que los partidos políticos quieran hacer fichajes
estrella. El intento de captar talento exterior, aupando a miembros de la
sociedad civil con prestigio, es algo que viene muy bien a la política desde
varios puntos de vista. Primero, permite la entrada de aire fresco; segundo, desarrolla
una apertura muy necesaria por parte de estructuras burocráticas partidistas
bastante cerradas de por sí. Lo repito, contar con talento de la sociedad civil
es bueno; lo contrario, rechazarlo en nombre de los principios organizativos, es
lo malo. No entiendo bien que se critique la necesidad que tienen los partidos
políticos de contar con los mejores talentos que la sociedad nos puede aportar.
Hay médicos, profesores, científicos, activistas de muchísimo prestigio y valía
que deben ser seducidos por la política para que ayuden a transformar este
país. No basta con reunirse con ellos
cada cuatro años y recoger en una libreta sus opiniones.
Dicho lo anterior, quiero centrarme en un fichaje
interesante por parte de Podemos: el general del Ejército del Aire José JulioRodríguez. José Julio fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) en la
época en la que Carme Chacón ostentó el puesto de Ministra de Defensa.
Hasta las próximas elecciones vamos a ver movimientos
similares. Podemos necesita ganar puestos, sobre todo desde que empezó su
declive en las encuestas. La estrategia es limar posibles debilidades, como la
ausencia de personas de peso y experiencia en puestos de gobierno y, por qué
no, la incorporación de figuras que cambien la imagen de la formación morada.
Es hora de proyectar algo más que la imagen una organización formada por un
grupo de jóvenes profesores utópicos que se reunieron en la cafetería de alguna
facultad para asaltar los cielos en política. Es hora de elecciones generales,
y pienso que aquí se juega todo. He oído en muchas ocasiones a Pablo Iglesias
decir que quieren contar con los más formados, los más preparados y los
miembros de organizaciones que llevan años haciendo un trabajo importante. Me
parece que debería ser norma en el resto de partidos tomarse muy en serio el convertirse
en dinamizadores de cambio, y no en sótanos oscuros donde solo entra el que
quiere hacer carrera profesional durante unos cuantos años. Con todo mi respeto
a los militantes con ideales, claro está, pero si cogemos las encuestas, la
clase política se considera uno de los grandes problemas de España. Por algo
será.
Cualquier partido con
vocación de gobierno necesita contar con el ejército y las fuerzas y cuerpos de
seguridad del estado. Si Podemos lo hace y su objetivo es modernizar y
democratizar dichas instituciones, estupendo. No ver esto es alejarse de la
realidad. Otra cosa es pedir el final de los ejércitos y las guerras, una
reivindicación de lo más loable y necesaria, pero al día de hoy, son
instituciones muy enraizadas en nuestro país -necesitadas de reformas,
evidentemente- que no podemos olvidar.
Podemos consigue un golpe de efecto contando con un militar:
desanimar posibles críticas hacia sus filas, como la de que es un partido
antisistema que viene a destrozarlo todo. Es posible que la estrategia ultraelectoralista
que pone en marcha el partido de Iglesias lo aleje de sus bases, pero no estoy
muy seguro de ello, aunque nunca se sabe. ¿Es Podemos un partido revolucionario
o es otra cosa? ¿La vocación de gobierno impide ser idealista y nos condena al
exceso de pragmatismo? Son peguntas que me hago y que dejo para el debate.
Lo que sí me parece interesante, a modo de conclusión y
volviendo al inicio de este artículo, es que los partidos sean capaces de
ilusionar a personas de prestigio que en otras épocas nunca se hubieran
acercado a la política. Si Podemos lo está consiguiendo, así como otro tipo de
candidaturas, bienvenido sea. Un partido político es una herramienta y debe
saber compartirse.
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