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Las CUP decidieron, por fin, no dar su apoyo a Artur Mas, lo
que aboca a Cataluña a unas nuevas elecciones autonómicas si nada lo impide. A
pesar de todas las votaciones, la CUP, a riesgo de partirse en dos, cumple
con su promesa de no investir al que algunos de sus miembros consideran un
cadáver político. No será tan importante el proceso unilateral de independencia
cuando Mas se aferra tanto al sillón. A mi entender, todo este proceso ha sido
una salida hacia adelante, una cortina de humo para evitar que se hable de los
constantes casos de corrupción dentro de la antigua CDC. Evidentemente, Rajoy
no ha hecho nada para evitar el crecimiento de independentistas que, al día de
hoy, han alcanzado una cifra récord.
Todavía es pronto para saber las consecuencias de unas
nuevas elecciones, sobre todo tras los resultados de las nacionales, que
también nos conducen a repetir comicios (lo más probable, claro). ¿Cómo
desbloquear la situación? Pues todo se presenta enormemente complicado. Es
cierto que convocar un referéndum parece ser una forma democrática y sencilla
de terminar con un enfrentamiento bipolarizado. Pero, ¿realmente un plebiscito
es la solución? Me parece un poco infantil defender un referéndum diciendo que,
total, como van a decir que no, pues todo arreglado. ¿Y si deciden la
independencia? ¿Cómo sería el proceso mediante el cual un estado se parte en
dos?, ¿se acepta la independencia antes de cambiar la Constitución o nos
saltamos la legalidad vigente? En fin, no quiero decir que no haya que buscar
las opciones para que todo el mundo esté
cómodo en nuestro estado, pero hay que explicarlas todas detenidamente.
Ante los sentimientos nacionales poco se puede hacer. Cada
uno se siente de la nación que quiera, es su derecho. Pero esto no carga de
razón a la hora de construir un estado y de implementar políticas correctas.
¿Es la misma ideología la que defienden Artur Mas y la CUP? No entiendo cómo
puede convertirse un neoliberal en revolucionario solo por seguir adelante en
pos de una independencia que nadie sabe lo que traerá o no traerá.
Creo que, más tarde o más temprano, veremos un referéndum en
Cataluña, pero no considero que esto
mejore el problema del paro, ni el cambio del modelo productivo, ni la lucha
contra la corrupción, ni la trasparencia política de nuestras instituciones.
Si en las próximas elecciones nacionales el tema de Cataluña ocupa toda la
agenda electoral, es posible que muchos nos aburramos más de la cuenta, y que
las viejas filias y fobias lleven a los electores a elegir otros partidos diferentes a los que han
votado ahora. El tema identitario es un arma de doble filo y si, por ejemplo,
Podemos se empeña en centrar el debate en esta cuestión sentimental para
desgastar al PSOE, es probable que no le salga tan bien como espera. Pero dependerá
de la estrategia y de muchas cosas más. Además, el dilema fundamental para las
autoproclamadas fuerzas del cambio es si van a dilapidar capital político en
temas que no son la pobreza, los desahucios y la exclusión para meterse en
cuestiones más complejas que levantan polémicas en toda España y que pueden beneficiar
sustancialmente al Partido Popular.
En una Europa en la que los mercados son cada vez más
fuertes, es la unidad la que hace la fuerza, no la división. ¿Qué evita que Cataluña y el resto de España
rememos juntos para mejorar la situación? Eso es lo que hay que responder. Espero
que el debate político se centre en cuestiones concretas, puesto que nuestros problemas
económicos todavía no se han evaporado.
Lecturas interesantes
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