La fundación de estudios socialesy de sociología aplicada ( Foessa) ha publicado su VII Informe FOESSA sobreexclusión y desarrollo social en España. A continuación, os voy a dejar
un breve esquema que he realizado para que podamos visualizar de primera mano
los datos que nos plantea el estudio.
El informe se divide en:
- Introducción
- Hacia un nuevo modelo social: ¿la
privatización del vivir social?
- La distribución de la renta,
condiciones de vida y políticas redistributivas.
- La fractura social se ensancha:
intensificación de los procesos de exclusión en España durante 7 años Trabajo y
cualificación.
- Estado de bienestar en España:
transformaciones y tendencias de cambio en el marco de la Unión Europea.
¿Qué sociedad saldrá de la actual
crisis? ¿Qué salida de la crisis impulsará la sociedad?
Capital social y cultural en
España
- España en el entorno
internacional. Una aproximación a la evolución del bienestar social en España
durante el auge y la recesión. El Índice
FOESSA de Bienestar Social (IFBS
- Partiendo de la crisis que asoló
el mundo en los 70, y el posterior avance del neoliberalismo, parece ser que la
tendencia privatizadora se ha ido haciendo cada vez de más espacio en Europa.
- El descenso de la masa salarial
supuso un incremento de la tasa de ganancia empresarial. Sin embargo, estos
beneficios no se reinvirtieron en la economía productiva en las cantidades que
se hubiera deseado, sino que encontraron en el sector financiero internacional
un lugar donde colocarse,
- Los nuevos valores económicos
surgidos del consenso de Washington serán: “la
desregulación, la apertura de los mercados, la privatización, la reducción
del peso del sector público, la
disciplina fiscal y la potenciación de la competencia y la productividad” se
expanden rápidamente.
Sin conseguir los niveles de
crecimiento anteriores a los 70, si se consolidó dos elementos muy
característicos de la época en la que estamos sumergidos: la globalización y la
financiarización
Mirada internacional
El crecimiento económico permitió
reducir el número de pobres absolutos del planeta. Hay que aclarar que esta
reducción se cumple fundamentalmente en China.
Sigue existiendo una amplia
desigualdad extrema en nuestro planeta.
Algunas regiones de mundo han
empezado a contar con una emergente clase media. “No obstante, en muchos de estos casos, la polarización y la pobreza
siguen siendo muy intensas y los logros económicos y sociales están lejos de
haberse consolidado”
toma de conciencia respecto a los
límites ecológicos del modelo económico.
La pertenencia a la Unión Europea
nos ha supuesto:
“Como consecuencia de la implantación del euro, los tipos de interés en la eurozona
se unificaron cayendo en España muy por
de bajo de lo que había sido su nivel tradicional. Esto generó un fuerte
crecimiento económico (el mayor de la Europa-15), vinculado en buena medida a
la generación de una burbuja inmobiliaria propia conduciendo a un nivel de endeudamiento excesivo”.
- En principio la moneda única
supuso ventajas para España. Sin embargo, al final, el encarecimiento de las
exportaciones fuera de la Unión y otras variables supuso una pérdida de
competitividad.
- El diseño del Banco Central
Europeo, centrado en la inflación y no en el empleo, también supone un
obstáculo.
- Cada país de la Unión europea, en
resumidas cuentas, defiende su propio interés.
“En el periodo precedente a la crisis actual habíamos llegado muy alto.
Sin embargo, el periodo de 1995 a 2007 demostró que el crecimiento económico
por sí mismo no genera distribución y la propia distribución queda supeditada
al crecimiento”. Además, “desde los años ochenta, venimos
conviviendo con algo que podemos denominar la autoinfligida crisis fiscal pues
se han producido bajadas de impuestos siempre justificadas para el crecimiento,
lo que generó una insuficiencia para las políticas de cohesión social”.
¿Qué caracteriza nuestro estado del Bienestar?
“Es fruto de una combinación de
un sistema contributivo, donde las cotizaciones sociales de trabajadores y
empresas son uno de sus tres soportes, con un sistema de carácter universal,
donde determinadas necesidades son accesibles para toda la población vía
recaudación de impuestos (sanidad, educación), segundo soporte. Y como tercer
soporte, los vacíos de protección que deja el Estado son suplidos por un
entramado de redes de apoyo, básicamente familiares y del Tercer Sector, que
complementan un bajo gasto público y una protección de baja intensidad”.
3.- la redistribución de la renta
Nos encontramos con una
estructura productiva débil que dificulta mucho competir únicamente por la vía
de la devaluación salarial.
“La inaccesibilidad, entendida
como falta de oportunidades para muchos sectores de población en diferentes
dimensiones, es la clave para comprender la convulsión del cambio de modelo”.
la devaluación ocupacional,
aumenta el grupo de los «inempleables», el de los «parados desanimados» (que se
concentra especialmente en los mayores de 55 años), y el grupo normalmente
joven que ni tienen ocupación ni reciben formación.
La reforma laboral del 2012 ha
incrementado el riesgo de pobreza en el empleo.
El incremento de la desigualdad
nos está llevando a una sociedad cada vez más dualizada.
“Lo que realmente se está
erosionando y socavando es el ámbito de los derechos como ámbito definitorio y
de estructuración del modelo social. Lo que tiene el efecto consecuente de que
al dejar de ser los derechos la categoría estructuradora de lo social y de la
sociedad, desaparecen las «obligaciones»”. No sólo es cuestión de perder
derechos, sino de sino de “la pérdida de
las condiciones de acceso a los bienes necesarios para la satisfacción de
necesidades básicas «basadas en los derechos”.
Se ha roto el pacto social, “fundamentalmente
debido a que a «secesión moral de los ricos», bajo el supuesto de que no deben
nada a la sociedad, que cada uno tiene lo que cada uno se ha ganado; y esto
está polarizando la sociedad a límites cada vez más extremos”. Ruptura con el concepto de
redistribución de la renta por parte del Estado.
Espacios duales: la “pérdida de recursos de las personas,
familias y grupos y de las propias redes familiares se combina con la pérdida
de servicios públicos, de condiciones educativas y laborales”.
Estamos transitando de un modelo de «integración precaria» a un modelo
de «privatización del vivir social.
Imagen tomada del informe
3. La distribución de la renta,
condiciones de vida y políticas redistributivas.
Nuestro modelo de distribución de
la renta no reduce sustancialmente la
desigualdad en épocas de bonanza y, por el contrario, hace que aumente
en periodos recesivos.
“Las fluctuaciones en el tiempo de los indicadores de pobreza han estado acompañadas de
algunos cambios en los perfiles de
riesgo”. Veamos cuáles son los cambios:
- Una clara juvenilización de la
pobreza y su aumento en los hogares con
niños.
- Una progresiva mejora de las
personas mayores.
- Un riesgo mayor de los hogares
monoparentales, que ya son uno de cada
diez.
- El incremento del riesgo de los
titulados universitarios, aunque todavía
muy por debajo de la media. La ausencia,
en general, de grandes cambios según la
relación con la actividad, aunque con niveles
altos de trabajadores pobres.
Aumento simultáneo de la privación material y de la baja renta
“En la crisis prácticamente han
aumentado todos los indicadores de privación material, especialmente en los
problemas de dificultad financiera. El índice sintético de privación material
que se aplica en este informe muestra que en tan solo cinco años se pasó de un
valor ligeramente superior al 15% a otro cercano al 25% de los hogares”.
“El porcentaje de hogares
afectados simultáneamente por problemas de privación material y de pobreza
monetaria ha aumentado en la crisis casi un 50%”.
La crisis ha invertido la
movilidad ascendente. Mientras en la parte alta de la distribución de la renta
no se ha notado apenas, la caída hacia niveles más bajos se ha dado,
especialmente, en la parte baja de la distribución de hogares.
Nuestro modelo distributivo:
alta desigualdad en las rentas primarias y capacidad de redistribución decreciente.
- Altos niveles de desigualdad salarial, limitada capacidad
redistributiva del sistema de impuestos y un modelo de prestaciones pequeño,
excesivamente ligado a lo contributivo, poco protector en el tiempo y que no se
adecúa a las necesidades de los hogares en función de sus características.
- Para la última década ha aumentado también la evidencia sobre el efecto
de la dualidad en el mercado laboral entre trabajadores indefinidos y
temporales, junto con el impacto de los flujos migratorios y los efectos de la
burbuja en el sector de la construcción.
- España es uno de los principales
países de la Unión Europea donde menor es la capacidad redistributiva de los
tributos.
La convergencia territorial
entre comunidades autónomas se ha ralentizado
La descentralización gradual de determinadas funciones del sector
público no ha sido neutral sobre los resultados distributivos.
Las diferentes estructuras productivas, junto con las diferencias en
las tasas de paro y los rasgos institucionales, determinarán una gran
disparidad en términos de renta en los próximos años, además de una continuidad
en el aumento de las diferencias en términos de desigualdad y bienestar social.
El crecimiento económico no
asegura la reducción de la pobreza. La pobreza puede ser un freno para el
crecimiento económico.
Los altos niveles de desigualdad guardan relación con la debilidad de
la estructura productiva, los problemas estructurales de creación de empleo
estable, niveles muy altos de desigualdad en las rentas primarias, una
capacidad redistributiva reducida en el contexto comparado y grandes
diferencias territoriales.
4. La fractura social se ensancha: intensificación de los procesos de exclusión
en España durante 7 años.
Enorme deterioro que la cohesión social que se
está experimentando en nuestro país durante los últimos 7 años, con un
incremento notable de los procesos de exclusión social, que se hacen además más
graves, y con una expansión significativa también de las situaciones de
precariedad y vulnerabilidad social.
El núcleo central de la sociedad española, que
llamamos integración plena, es ya una estricta minoría. La población excluida
en España representa ya el 25%: más de 11,7 millones de personas. De ellas, 5
millones se encuentran en exclusión severa.
No solo la economía de los hogares ha empeorado, el deterioro social se
extiende a otros ámbitos como la vivienda y la salud, entre otros.
De los 11.746.000 excluidos, el 77,1 % sufren
exclusión del empleo, el 61,7% exclusión de la vivienda y el 46% exclusión de
la salud.
Incluso la recuperación del empleo, si llega,
puede ser insuficiente. Cada vez menos el acceso al empleo garantiza la
integración social: la tasa de exclusión social entre los trabajadores ha
ascendido hasta el 15,1% y hasta los empleos de exclusión de la economía
sumergida, que no están creciendo, son cada vez una alternativa más inaccesible
para un volumen creciente de personas excluidas.
Se multiplica de forma generalizada la
vulnerabilidad del colectivo juvenil: jóvenes recién emancipados, jóvenes que
viven en hogares excluidos, jóvenes desocupados que están fuera del sistema
educativo. En cierto sentido, podemos hablar de una «generación hipotecada»
La exclusión social en las comunidades autónomas no se distribuye de la
misma forma que la producción y la distribución de la riqueza. Son siempre los
territorios más ricos los que mayores niveles de integración social alcanzan y
hay diferencias sustanciales en la incidencia de la exclusión social en
territorios con niveles de riqueza similares.
La solidaridad familiar y las redes de ayuda resisten…, pero comienzan
a debilitarse.
El efecto amortiguador de las políticas sociales en España se está
erosionando, teniendo en cuenta, además, que dos tercios de la exclusión provienen
de antes de la crisis.
Trabajo y cualificación
Nuestra economía participa de la tendencia
general de las economías desarrolladas observada en las últimas décadas, de una
demanda creciente de mano de obra más cualificada, aunque con matices.
España sigue manteniendo un peso en el empleo
total inferior al europeo en las categorías que agrupan a las ocupaciones no
manuales más cualificadas («técnicos de apoyo») y un peso mayor en categorías
relacionadas con puestos manuales (tanto cualificados como no cualificados) y
en ocupaciones de servicios de baja cualificación. La estructura sectorial solo
explica en parte las diferencias con la media de la Unión Europea.
En el conjunto de la Unión Europea se está produciendo un fenómeno de
polarización del trabajo.
La situación diferencial en España es que
nuestra economía se ha ido especializando durante décadas en actividades de
servicios de bajo valor añadido y en actividades industriales donde predominan
las labores fabriles frente a las profesionales y técnicas.
En España, el fenómeno de la
sobrecualificación de los trabajadores o el de los infrarrequerimientos de los
puestos de trabajo, no es tanto un problema transitorio como de carácter más
permanente en las carreras laborales de las personas.
Subsistirá el problema de la falta de personas
con cualificaciones intermedias.
En la recesión se ha producido una crisis del empleo caracterizada por
un bloqueo de entrada en el mercado de trabajo cuyos efectos podrán sentirse
durante muchos años.
Aquellos que por primera vez entran en el
mercado de trabajo durante los años de crisis tienen grandes dificultades para
encontrar un empleo y aquellos que lo pierden tienen también graves problemas para
ser contratados de nuevo.
Para los primeros, que son los jóvenes, la
caída de las contrataciones suele paliarse con prolongaciones de los estudios,
algo que se vuelve cada vez menos práctico conforme se prolonga una recesión.
Existe una «generación expulsada» de
trabajadores para los que ha mermado en gran medida el tipo de puesto que
desempeñaban y cuya cualificación (si hubieran acumulado alguna a lo largo del
tiempo) es escasamente aplicable en otros sectores.
No hay grandes cambios en la tasa de empleo de bajos salarios (ronda
entre el 15% y el 20% de la población asalariada antes y durante la crisis)
5. Estado de bienestar en España: transformaciones y tendencias de
cambio en el marco de la Unión Europea.
- Las políticas de inclusión social de la Unión
Europea han demostrado su debilidad estructural y su subordinación a las
políticas de austeridad.
- Esa debilidad es uno de los resultados de la
tensión entre el Parlamento Europeo y la troika. De las tensiones entre el
modelo social europeo y el tipo de neoliberalismo a desarrollar. La crisis del
euro es también, y sobre todo, una crisis de los valores europeos.
- Las políticas de austeridad, con sus recortes
en servicios sociales y bienestar, así como su impacto deflacionario en la
economía, son incompatibles con la consecución del objetivo de reducción de la
pobreza de la Estrategia Europea 2020.
La reforma del Estado de bienestar español vive de la tensión del paso
de un modelo bismarckiano a uno socialdemócrata, y de este a uno neoliberal.
El periodo 2000-2013, para el conjunto del
Estado de bienestar español, puede definirse como una combinación de contención
del gasto social (sobre todo, entre 2000 y 2004) y reestructuración
institucional (la denominada por los expertos como recalibración o reequilibrio
entre políticas y funciones de gasto social entre 2005 y 2010) que han abocado
finalmente a la regresión iniciada en mayo de 2010 y, sobre todo, profundizada
desde diciembre de 2011 hasta la actualidad, sin soporte en el diálogo social.
Mercado de trabajo fuertemente segmentado y
con tendencias internas de polarización en cuanto a salarios y condiciones de
trabajo y, finalmente, un modelo de Estado de bienestar de amplia cobertura en
servicios y prestaciones, pero de baja intensidad protectora; es decir, con una
limitada capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad.
Las reformas en el sistema de bienestar social en España han supuesto
una regresión en las políticas sociales.
Un tiempo nuevo – en España- que viene
precedido por la aceleración de desequilibrios sociales (dualización social en
el mercado de trabajo), económicos (desequilibrios en la geografía económica
acelerados por la globalización y la ubicación dependiente del centro económico
europeo) y políticos (crisis del modelo territorial y político pactado en los
años de la transición, 1977-1981), desequilibrios no nuevos, ya que fueron
desarrollándose a partir de los primeros años de la década de los noventa. Como
consecuencia, se ha fragilizado la fábrica institucional del Estado de
bienestar e intensificado la pobreza y la exclusión social, a la vez que el
espacio social de la precariedad se ha extendido a una parte creciente de las
clases medias españolas.
El asunto central es si la respuesta a la
cuestión social, es decir, la reforma social, se orientará de manera
predominante hacia la privatización e individualización de los riesgos sociales
o hacia nuevas formas de institucionalización y socialización de riesgos.
¿Qué sociedad saldrá de la actual crisis? ¿Qué salida de la crisis
impulsará la sociedad?
Una aproximación a la evolución
del bienestar social en España durante
el auge y la recesión. El Índice FOESSA de Bienestar Social (IFBS)
El producto
interior bruto (PIB) nos ofrece una falsa
medida de la economía y que no refleja el
bienestar económico de una sociedad
El bienestar de una sociedad no depende solo
del producto que obtiene a partir de sus recursos económicos, sino también de
su riqueza material, humana y financiera, que completarían la dimensión económica,
y del resto de dimensiones no económicas, como el stock de capital natural,
cultural y social y el conjunto de condiciones de vida, sobre todo las laborales,
que tan definitorias son en la satisfacción de la vida de los personas.
El Índice FOESSA de Bienestar Social (IFBS) pretende
alimentar el debate necesario sobre la medición del bienestar, elemento imprescindible
para vivir en una sociedad que no sea «solo economía».
La evolución del IFBS muestra como gran
parte del crecimiento económico no se
traduce en aumento del bienestar, y ello
a pesar del fuerte aumento del empleo
experimentado durante el auge.