Las últimas encuestas -que dan a Podemos el 28,3% de los votos- están desatando cambios y
pasiones. Vemos cómo sigue la campaña del miedo incitada por el PP, buscando
movilizar a su electorado más fiel. Esta campaña no sólo buscaría asegurarse de
que el temor a la hipotética revolución desconocida liderada por Pablo Iglesias
saque a votar a todo elector potencial, sino que, además, parece que entre su
arsenal estratégico se encuentra la hipótesis de que Podemos divide el voto de
la izquierda aún más.
Lo que ocurre es que,
leyendo las encuestas, todo indica que, poco a poco, Podemos está concentrando
demasiado voto, de ahí que los resultados le sean cada vez más favorables y el
bipartidismo, en teoría, esté cada vez más tocado.
Otro actor del bipartidismo, el PSOE, ha cambiado de hoja de
ruta recientemente. Ahora resulta que se arrepiente de modificar el artículo135 de la Constitución española. Pedro Sánchez,
el secretario general de los socialistas, ha expresado que su cambio de opinión
se debe a que el PP ha utilizado dicha modificación constitucional para hacer
recortes en educación y sanidad. Qué se esperaba; cuando priorizas el pago de la
deuda a cualquier otra cosa, y viendo la deuda que tenemos y que no se quiere
reestructurar, la tijera se dirige hacia zonas sensibles sí o sí.
Es evidente que el PSOE tiene que cambiar su estrategia si
quiere ganar las elecciones. Si la carrera de fondo hasta los comicios
nacionales es encabezada por tres partidos, quien vaya tercero notará en la
espalda el peso de la ley electoral. De forma implacable, quedará muy relegada
en el reparto de escaños y eso es algo que no debe sufrir ningún partido que
aspire a gobernar.
IU se sorprende por el cambio del PSOE, pero el PP sigue con
su camino de llamar populismo a todo lo que no comulgue con ellos. Pero, claro,
si cambias la Constitución para plegarte a los intereses de Alemania, y luego no quieres meterle mano para cambiar el Senado,
reconfigurar el espacio que debe tener Cataluña -y otras comunidades- en
España, etc., es normal que la polémica esté servida. ¿Sirve de algo votar? ¿Tenemos soberanía como
país o no?
La política está para solucionar problemas, y parece que el
gobierno sigue creyendo que la realidad social y política está avanzando
positivamente y que la corrupción, la pobreza y el desempleo no son tan malos
como para que le haga perder unas elecciones.
En fin, no podemos
decir que el panorama político no está entretenido.
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