Las ideologías
políticas forman parte de la realidad social desde que se inicia el mundo
contemporáneo,
esto es, tras la Revolución Francesa de
1789. No es que antes no hubiera “ideas”, pero es a partir de esta
simbólica fecha cuando los conceptos izquierda-derecha, conservadores y
progresistas, empiezan a tomar el matiz moderno por el que se les conoce. Las
ideologías, como conjunto de ideas que tienen las personas y que les
permite interpretar la realidad y
proponer un mundo afín a sus intereses, se expandieron por el mundo, con la
consecuente movilización de más personas y recursos.
En el Antiguo Régimen prerrevolucionario la
población se organizaba en clero, nobleza
y estado llano, siendo los dos primeros los que, junto al rey de turno, se
repartían el poder del estado. Económicamente, el Antiguo Régimen era un mundo dominado por los gremios, los
aranceles y el concepto de que pertenecías a un grupo u a otro sólo por el
nacimiento. Cuando surgió la burguesía, una clase social nueva
generada al calor del comercio, las profesiones liberales y una incipiente
Revolución Industrial, los principios del régimen gremial y estamental del
Antiguo Régimen se tornaban como un obstáculo para los intereses de una clase
que se convertía, en primera instancia, en revolucionaria.
La
ideología de la Ilustración -con conceptos como los
derechos del individuo y la democracia, o sea, el liberalismo- insufló a la
lucha un corpus ideológico poderoso en el que apuntalar sus reivindicaciones.
En esto, las clases populares se sumaron a los principios universales de “libertad, igualdad y fraternidad” y
destronaron a la monarquía absoluta y a sus secuaces, aunque el absolutismo
seguiría agonizando y resurgiendo en Europa
durante algunos años más. Sin embargo, la ideología liberal de la Ilustración ya
se había expandido.
Así como la burguesía fue una clase social
surgida del desarrollo económico capitalista que exigía ciertas libertades, la clase obrera o proletariado emergió como
su antagónico. Donde unos
controlaban las fábricas, otros tenías que trabajar en ellas en condiciones,
por lo general, bastante penosas. La palabra proletariado, creada por el
filósofo alemán Karl Marx , hacía referencia a la palabra
latina “proletarius”, que procede de la palabra “prole” o hijos. Marx decía que el proletariado sólo podía ofrecer y vender su fuerza de trabajo y
la de su familia como única forma de sustento. Si la burguesía se opuso al Antiguo Régimen, el
proletariado se enfrentó a la burguesía, estableciendo una lucha de contrarios en la que, según la profecía de Marx, el
proletariado ganaría. Pero parece que no fue del todo así.
Desde que en 1848
Marx y Engels escribieran “El manifiesto comunista” hasta después de la Segunda
Guerra Mundial, hemos podido ver infinidad de ideologías: desde el anarquismo
hasta los fascismos que asolaron la Europa de entreguerras; desde el
conservadurismo hasta el liberalismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, en un
mundo dominado por los bloques de la URSS y de EEUU, las ideologías mutaron, surgiendo nuevos regímenes en Europa
conocidos como los estados del bienestar. Basados en los principios
keynesianos del estímulo de la demanda agregada y, a la vez, complementados con la protección de los derechos sociales o universales como la
sanidad, tanta veces reivindicadas por la clase obrera y sus representantes,
los estados del bienestar fueron relativamente poco cuestionados.
Unas cuantas décadas más tarde emergió un nuevo liberalismo
económico muy peculiar, al que se le ha llamado neoliberalismo, y cuyo principal “think Tank” se ubicaba en la
afamada Escuela de Chicago. . Sus defensores políticos más acérrimos fueron Reagan, en EEUU,
y Margaret Tatcher, en el Reino Unido. Hablamos de finales de los años 70
y toda la década de los 80 del siglo XX.
Estamos en un contexto fuertemente determinado
por la crisis del petróleo y en el que se cuestionaron no sólo las empresas públicas,
sino todo el orden establecido por el estado del bienestar y las políticas de
tipo keynesianas.
En 1989, tras la
caída del muro de Berlín, que simbolizaba la caída del régimen de la Unión Soviética y sus
estados satélites (basados, según ellos, en las ideas de Marx; para otros,
desviaciones totalitarias de su pensamiento), un “pensador” norteamericano
llamado Francis Fukuyama vaticinó el fin de las
ideologías. Siguiendo la lógica del materialismo dialéctico de Marx, no había sido
el proletariado el que ganó el conflicto, sino
una sociedad de “clases medias” basadas en la economía de mercado. Como el
filósofo alemán establecía que la sociedad proletaria significaría el final de
las clases sociales, Fukuyama decía que el capitalismo ganó y, por extensión, la historia
acababa no con la sociedad comunista de Marx, sino como la sociedad capitalista
del pensamiento liberal en el que la ideología era sustituida por la economía. Por
lo tanto, podemos decir aquí que sólo hay una ideología dominante que, según su
teoría, se establece casi como si fuera el sistema solar, es la ideología del mercado.
A día de hoy, todavía existen las ideologías,
sólo hay que ver el panorama político existente. Los movimientos sociales son ideológicos, lo mismo que las políticas
establecidas por los gobiernos. La economía neoliberal ha conseguido con
bastante éxito fusionar lo que a priori son axiomas ideológicos, en un magma de
conceptos científicos que la presentan ante la ciudadanía como hechos objetivos
y probados, más propios de las ciencias físicas que de las sociales. La religión,
tan extendida en todos los continentes como activo político, también esconde su
ideología, en tanto en cuanto no sólo interpreta el mundo, sino que pretende cambiarlo a través
de instituciones políticas. Como he establecido anteriormente, la ideología no sólo es un conjunto de ideas
y creencias, sino buscar una salida a nuestras propuestas, o sea, conlleva
transformar.
Parafraseando al
filósofo chino Confucio: pensar sin actuar no sirve de nada, actuar sin pensar es peligroso.
¿Qué creéis
vosotros?, ¿han muerto las ideologías?
Hola Héctor:
ResponderEliminarPedimos permiso para colocar este post en nuestro Blog: http://sociologosplebeyos.com/.
Un saludo.
Claro, suelo firmar mis artículos de la siguiente forma:
ResponderEliminarHéctor Jerez. Politólogo y consultor laboral.
Un saludo y gracias por la difusión.
Las propias ideas sobre el fin de las ideologías creo que son ideologías algo utópicas. Pensemos que tienen mucho que ver por un lado con el socialismo utópico que auguraba el fin de las clases sociales gracias a los adelantos técnicos.
ResponderEliminarDe igual forma con el neoliberalismo mas puro, que entronca con el anarco-liberalismo. De lo mismo habla Fukuyama pero a través de la privatización de todo.
Incluso Kant o el historicismo alemán venian a hablar de los mismo basándose en el estado total conmo fin de la historia. Llegaría un sistema burocrático perfecto, el estado total que nos llevaria al fin de la historia, y por tanto de las ideologías.
Unos usan el mercado como base, otros el estado, otros la mejora de las condiciones laborales y por tanto el poder adquisitivo gracias al adelanto técnico...
Sin embargo, como describe Popper en su libro sobre el historicismo. No es mas que pseudoreligion...¿? el fin de la historia es un pensamiento europeo, que tiene como base mas lejana el platononismo, la escolastica, la ilustración...asadas en ese cristianismo donde hay una historia lineal, con un fin perfecto.
En Asia sin embargo ven la historia como una rueda. Creo que ciertas ideologias de izquiera alternativistas: cooperativismo empresarial, altermundismo, etnicismo...nuevas ideologias propias de la sociedad de la informacion. Menos diferenciadas, porque aceptan premisas comunes como los derechos humanos, un estado mas o menos vigilante...pero que se diferencia del nuevo liberalismo.
www.aldeaglobalsigloxxi.com te invito a compartir enlaces, un saludo.
Gracias por el comentario, David.
ResponderEliminarEstá claro que la teoría del fin de las ideologías es propio del pensamiento occidental, en tanto en cuanto planteamos un mundo de conflicto entre polos opuestos, bien y mal, ellos y nosotros etc. Como muy bien detallas, en Asia el concepto es distinto, pero incluso aquí, tal y como estableció Nietzsche, se pensaba de otra forma antes de la popularización del cristianismo y su moralidad. En Asia, y sólo hay que ver y entender el concepto del Ying y Yang, tradicionalmente se aspira a la armonización de contrarios, mientras en occidente tradicionalmente buscamos la victoria de una de las partes frente a las otras. Ya pensadores como Adorno y Fromm establecieron ese concepto negativo de la ilustración, ya que no tenemos porque progresar siempre, sobre todo tras ver el desastre de la II Guerra Mundial.
Gracias de nuevo por el comentario! Nos leemos.
hola felicidades por tus artículos muy buenos, quisiera saber si tienes algunas referencias bibliográficas sobre este articulo
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