Parece ser que la trama de espionaje desvelada por Snowdenpuede pasar factura a algunas empresas tecnológicas de EEUU, tales como IBM, Ciscoo Microsoft.
Dichas corporaciones
–a las que habría que sumar Google, Facebook, etc.- están en el punto de
mira desde que se supo que le pasaban información al gobierno. De hecho, 50 de
ellas escribieron un manifiesto pidiendo al poder norteamericano que les
permitiera ser más transparentes ante la sociedad para poder explicar qué se
les requería. Es evidente, se les puede acabar el chollo si el usuario deja de
escupir su información tan alegremente como lo hace y se vuelve más cauto.
Como podemos leer en la prensa, y a modo de ejemplo de cómo a
las empresas su aquiescencia con la NSA les está sentando mal, cito
literalmente:
“Microsoft ya ha perdido algunos
clientes, tanto es así que el pasado mes de enero anunció que permitirá a los
usuarios elegir en qué país se almacenarán sus datos. El
golpe más importante para la compañía de Redmond ha sido el plan de Brasil para abandonar el uso de
Microsoft Outlook, sustituyéndolo por su propio sistema de correo
electrónico, con centros de datos locales. De paso, también se ha cancelado un
acuerdo de 4.000 millones de dólares por el que el país carioca iba a comprar
aviones de combate a Estados Unidos”.
Ya empiezan como locos a intentar abrir bases de datos fuera
de la jurisdicción de EEUU. IBM anunció
que iba a invertir 1.200 millones de dólares para poder almacenar datos en Londres,
Hong Kong o Sydney. Pero, realmente, ¿estará así más segura la información de los
usuarios? China, cuyas empresas como Huawei y ZTE ya recibieron la negativa de EEUU a instalarse en su suelo,
está pagando a las compañías norteamericanas con la misma moneda. Nadie se fía
de nadie: las empresas, de las empresas; los gobiernos, de los gobiernos; los
usuarios, de todas las corporaciones.
Cada vez más, nos
damos cuenta de que los usuarios de las redes sociales somos más bien el
producto y que el verdadero cliente de ellas son las empresas que buscan
comprar publicidad. En esta telaraña de datos e información valiosísima para
determinar pautas de consumo en el mercado, es lógico que los gobiernos quieran
meter sus pezuñas. La información es poder: te permite sondear la opinión de la
gente e intentar predecir posibles movimientos futuros. Pero, una vez más, la
predicción ha fallado; no podemos jugar a ser pitonisas y menos desde un ente
centralizado y burocratizado como el estado. Aunque estemos ante una de las
herramientas de vigilancia más perfectas, el dominio del poder en el
ciberespacio también se vuelve más complejo y en ocasiones demasiado ambicioso
en sus pretensiones, pero no imposible de implementar.
Defender Internet es defender la privacidad, pero, para ello,
es inexcusable aprender a usar la red, no fiarnos de los que nos espían en
nombre de nuestro bien y exigir a empresas y gobernantes máxima trasparencia.
Si no es así, es el momento de cambiar de empresa, de gobierno o protestar. No
queda otra: Internet debe ser de los ciudadanos o dejará de ser la red que
conocemos para convertirse en un espacio militarizado.
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