Tras las elecciones europeas del pasado 25 de marzo y la fuerte irrupción de Podemos, muchos han sido los analistas que han señalado cuál puede ser la fuente del éxito o relativo éxito, tanto de la campaña como de la organización, de este nuevo fenómeno. Se han resaltado varios aspectos: las redes sociales, el carisma de Pablo Iglesias, la televisión, la organización de la campaña, el hartazgo o el 15 M.
Vamos por pasos. Conocí -mediáticamente, en persona no tengo
el placer-, a Pablo Iglesias hace algunos años a través de una tertulia que podía ver por Internet
llamada La Tuerka, un espacio de
charla política en el que se daba cabida a distintas opiniones, no sólo de
izquierdas (aunque principalmente los tertulianos precedían de distintas
opciones políticas que configuran este ámbito ideológico), sino también de
otras visiones. La Tuerka, presentada
y dirigida por Iglesias, empezó en un canal local de Madrid, pero luego dio, no
hace mucho, el paso para situarse en el periódico Público, como uno de sus productos audiovisuales -perdón por la
palabra- de mayor éxito. La Tuerka es
una tertulia plural y muy buena, que también presenta el politólogo Juan Carlos
Monedero, del que, de paso, recomiendo este libro.
Internet supuso un crecimiento exponencial de la fuerza de La Tuerka y, por extensión, del
protagonismo del profesor Pablo
Iglesias. Las redes sociales, que son el espacio por el que me enteré de que
existía esta tertulia, puesto que no vivo en Madrid, fueron la mejor forma de
difundir una forma de hacer política en los medios de comunicación. Sí, lo he
dicho bien: en los medios de comunicación se lleva toda la vida haciendo política
y esto es algo que La Tuerka se
planteó como estrategia desde un principio. El estilo Tuerka también se caracterizaba por organizar una tertulia en la que se
argumentaba ampliamente y se respetaban los turnos de palabra. O sea, una
tertulia seria, ya me entendéis, no en la que se convierten otras muchas, que
pasan a ser circos televisivos en los que parece que se van a liar a puñetazos,
además de no dejarse ni hablar. Yo, personalmente, he aprendido mucho viendo a
expertos debatir sobre determinados problemas e, incluso, me he dado cuenta de
que todavía tengo mucho que aprender como politólogo.
Es en los medios donde se crea ideología, donde se convence
al parado de que tiene la culpa de su situación o al asalariado precario de que
con esfuerzo puede hacerse millonario. Es donde se dice que España va mejor, apesar del paro y la pobreza, y donde los tertulianos defienden el bipartidismo
con uñas y dientes. Pablo Iglesias y algunos de los participantes más asiduos
de La Tuerka se subieron a la lona de
los medios de comunicación: fueron a Intereconomía, 13Tv, Cuatro, La Sexta y
donde pudieran planteando batalla dialéctica con los otros contertulios. Es así
como la figura de Pablo Iglesias adquirió más relevancia mediática, pero sin La Tuerka y las redes sociales, quizás,
y digo quizás, su lanzamiento como líder hubiera tenido más impedimentos y
obstáculos.
Podemos ya partía
de que muchos conocíamos a Pablo Iglesias, pero su estrategia electoral y
comunicativa es excelente y, desde luego, se estudiará en las facultades de
Ciencias Políticas como ejemplo. Su uso de las redes, del crowfunding, de los mensajes, su optimización de los pocos recursos
económicos de los que disponía ha sido óptimo, y muchos opinamos que si la
campaña hubiera durado un poco más, sus resultados hubieran sido mejores. Podemos no habla de izquierda derecha,
habla de los de arriba y de los de abajo, del 1% y del 99%; de la Casta, de las
oligarquías y de los derechos sociales. Esto, en estas fechas en las que
vivimos, es un discurso que penetra mucho mejor entre determinadas capas
populares cansadas de la vieja política, cansadas del bipartidismo e, incluso,
seguramente cansadas de Izquierda Unida, que ha mejorado sus resultados, pero
no ha canalizado el descontento en su totalidad. Cansada de los discursos, una parte de la población ha dicho hasta aquí, y las elecciones son parte
del resultado.
Hay unos nuevos escenarios y unos nuevos lenguajes que Podemos ha sabido interpretar muy bien.
El 15M enseñó muchas lecciones: la gente no tiene miedo a salir a la calle y a organizarse a favor de
la dignidad y en contra de una minoría de privilegiados -banqueros y
gobernantes, o, por atinar un poco más, lo que se conoce como el régimen de 1978- que toma medidas
antisociales que no les afectan. Esa rebelión mental que descolocó a todo
el mundo y en la cual muchos jóvenes tomaron partido fue un terremoto cuyas
réplicas encontramos en muchos movimientos
sociales que cogieron fuerza, tales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca
o las Mareas. Podemos, en cierta
manera y no de forma general, ha sido también un receptáculo de ese sentir
popular que el 15M puso en las plazas.
A los que estudiamos Ciencia Política nos gusta ver la
política como eso, como una ciencia social que tiene diversas ramificaciones y
que, desde luego, concibe la comunicación política como una de ellas. No se
puede menospreciar el poder de la comunicación y luego quejarse de que no se
sale en la televisión. Gracias a Internet, casi cualquiera puede crear un medio
de comunicación con costes mucho más bajos que montar un periódico y editarlo en
papel o una televisión con grandes platós.
La Tuerka lo ha demostrado y,
en ese sentido, muchos tienen que aprender de esa experiencia.
Los retos de Podemos son
los de asentar un proyecto en todas las provincias y, seguramente, también será
ponerse de acuerdo con IU en crear
lugares comunes para concurrir con un mismo programa político -e igual
candidatura- a las elecciones. Esto es
difícil, pero no imposible. Y otro elemento, se tendría que consolidar la caída
del bipartidismo que todavía está por ver.
Seguiremos atentos a los acontecimientos.
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