¿Pueden las redes sociales prever resultados electorales? O,
mejor dicho, ¿puede Facebook, por ejemplo, determinar el voto de
sectores de la población?
En un artículo publicado por eldiario.es, se comenta lo
siguiente sobre Facebook y su relación con el acto electoral: “La red social activó por primera vez en
España el botón “Voy a votar” para las últimas elecciones generales europeas. Casi
90 millones de europeos en Facebook lo vieron en sus muros. Un estudio vincula
directamente 60.000 votos al efecto de haber visto mensajes sociales
relacionados en Facebook, que llegan a ser 340.000 en total, contando el efecto
contagio”.
Parecen pocos votos, pero son muchos. ¿Por qué? Pues porque
no debemos olvidar eso tan manido pero a
la vez tan importante de una persona un voto, una de las piedras angulares de
la democracia. Por la mínima diferencia de papeletas, se puede mover la
representación de los partidos, quitar y poner gobiernos y, en definitiva, hace
discurrir el poder.
Hay política donde hay conflicto, y la resolución pacífica
de este conflicto, relacionado con la gestión del poder, es parte de la
estrategia y del juego democrático. Si las redes sociales, o Facebook en este
caso, visibiliza un conflicto entre grupos de interés, entre la clase política
gobernante y los ciudadanos, entre la elite económica y los desempleados etc.,
esto se introduce poco a poco en los muros reticulares de la gente hasta que,
en resumidas cuentas, puede motivar o desmotivar a la hora de elegir candidatos
o, incluso, convencer a la gente para votar o no.
Es la influencia social la que puede determinar la
participación política, y las redes sociales, en su conjunto, son una enorme
plaza pública llena de comunicación bidireccional. La información viaja a velocidades
lumínicas al igual que las mentiras, las verdades, los bulos, la apatía o el
humor. Todo es rápido y potente y, a veces, muy difícil de controlar.
Que Internet y las redes forman un nuevo escenario que ha
sumergido a la política en un huracán que muchos consideraban una mera brisa,
es algo evidente. Que las redes sociales
pueden permitir que un fenómeno se convierta en viral y termine apareciendo en
las televisiones, dándole si cabe más publicidad y repercusión entre individuos
no relacionados con ellas, también es cierto. No podemos olvidar esto último:
lo que coge relevancia en la red, termina saltando al resto de medios. ¿Qué hubiera sido del 15m si tan sólo
hubiera contado con la cobertura de los medios de comunicación tradicionales?
Ya he debatido muchas veces en este humildísimo blog sobre si
la política en las redes debe ser algo más que propaganda, y los datos lo van confirmando. Hay partidos
que gracias a Internet- pongo como ejemplo a podemos- amplifican
su organización, consiguen fondos económicas para financiarse y crean un canal
de comunicación propio con sus simpatizantes. Facebook sirve, pero YouTube,
twitter u otras también. Es ineludible, la política tiene que saber gestionar
su identidad digital lo mismo que cualquier individuo o empresa. Estar en la
calle y en las redes es algo que, en pleno siglo XXI, van muy de la mano.
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