Las redes sociales cibernéticas han cogido una fuerza
descomunal en los últimos años. ¿A qué se debe? Pues principalmente a que el
ser humano es un ser que necesita comunicarse y que, en su vida cotidiana, se
mueve con soltura en varias “redes” que no tienen nada que ver con Internet
pero que, al fin y al cabo, significan lo mismo.
Podemos entender que la red social es el “conjunto de actores conectados entre sí
que configuran un espacio geográfico o social relativamente cerrado y cuya
principal virtualidad es su potencialidad comunicativa”[1]. Por lo tanto, las redes sociales se componen de
puntos - nodos, actores- y relaciones- arcos o vínculos-.
Las redes pueden ser formales o informales. Las formales son
las institucionalizadas, relacionadas con aquellos colectivos, grupos o
instituciones que “formalizan” sus relaciones atendiendo a una serie de
parámetros. Cuando hablemos de redes informales, por el contrario, nos
referiremos aquellas que se establecen dentro del ámbito familiar, de los amigos,
el vecindario, etc.
Si nos paramos a pensar, otro elemento importante dentro de
las redes sociales es la idea de pertenencia. Estás dentro y otros están fuera
o unos están dentro y tú te encuentras fuera. Las redes o círculos se
configuran por personas con intereses e ideas comunes, y esto desemboca en una
fuerte homogeneidad entre sus miembros.
Si nos centramos en el ciberespacio, observamos cómo Internet ha fortalecido las redes informales. Ahora estamos más
conectados con amigos y familiares que nunca. Si queremos, podemos estar al día
de lo que vive, “piensa” y padece nuestra gente cercana, aunque se encuentre a
miles de kilómetros. Las redes formales también se ven afectadas, no sólo
porque Internet permite comunicación constante con el ámbito laboral o
administrativo, sino porque empieza a haber una fusión entre la red personal y profesional
que a veces no favorece al interesado. Por ejemplo, ¿nos conviene tener al jefe
en Facebook? ¿Podemos usar las redes
profesionales como si fueran personales, no controlar lo cometarios en Twitter y desvincularnos de Linkedin?
Nuestras redes sociales se han visto afectadas por la Red no
sólo a nivel individual. Si nos centramos en los movimientos sociales, tal y
como expuse en la conferencia que di hace tiempo sobre poder y contrapoder, (http://politologoenred.blogspot.com.es/2014/07/video-disponible-de-la-charla-protesta.html)
las redes sociales que conectaban a los
participantes de una protesta, de golpe y porrazo, se ven amplificadas por un
poder inmenso que provoca una reacción en cadena que puede llevar, en palabras
de Manuel Castells, a transformar las relaciones de poder.
Debemos ver Internet como un espacio de amplificación de
nuestras capacidades comunicativas; así entenderemos mejor porque estamos ante
una revolución que está transformando
tantas facetas de la vida social.
[1] Funes
Rivas, María Jesús y Jordi Monteferrer, Tomás. (2003). “Perspectivas teóricas y
aproximaciones metodológicas al estudio de la participación” en Funes Rivas,
María Jesús y Ramón
Adell Argiles (Eds.) Movimientos
sociales: cambio social y participación. Madrid: UNED. Pág. 26.
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