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La información es poder, y en un mundo en el que el exceso
de datos es el pan nuestro de cada día, gestionar -más que acumular- dicha
información es lo realmente poderoso.
Hace unos días el periódico Expansión publicaba un interesante
artículo sobre una nueva profesión que, según muchos expertos, tiene cada día
más probabilidades de ser de las más requeridas por muchas empresas: el experto
en Big Data.
Según la noticia: “73% de las empresas invertirá en
tecnologías de análisis e interpretación de datos en los próximos 24 meses”,
lo que, a la postre, nos llevará a una situación de demanda creciente
desembocando en una escasez continua. Se prevé que “habrá un déficit de
especialistas en este área de 1,5 millones”.
Pero, realmente, ¿a qué se dedica un especialista en Big
Data? Leamos que nos dicen:
"El profesional que pone en valor los nuevos datos y
genera nuevas oportunidades de negocio a las compañías en la detección de
nuevas señales de consumo, de intención de compra, de preferencias en el mundo
del marketing, de percepción reputacional; es el que ayuda a construir sistemas
de prevención de brechas de seguridad, apoya en la detección del fraude y en el
diseño de modelos de determinación de riesgos operacionales o financieros; y
capacita a los gestores de los activos fijos a evaluar la probabilidad de fallo
de alguno de sus sistemas productivos base, sean estos en red de cajeros, en
red de telefonía o los aerogeneradores de un parque eólico".
Analizar los datos, así como investigar la sociedad -área a
la que se dedica la Sociología- tienen un objetivo claro: recopilar
información que permita tomar las decisiones correctas. Es difícil, ¿no?
Pues sí, por eso es tan goloso y necesario intentarlo. Ya sea para vender, o
para asegurarme mejores procesos productivos; o ya sea para conocer mejor las
demandas del mercado y la estrategia de la competencia, el Bigdata emerge como
la panacea para abrir un hueco empresarial en la sociedad de la información.
Para que nos hagamos una idea, pensemos un momento en
empresas como Google o Facebook. Su negocio son los datos. La
información que dejamos cada uno de nosotros les permite a ellos ofrecer
mejores servicios a quien quiera pagar publicitarse en su tan cotizado espacio.
Nosotros, los usuarios de a pie, no somos los clientes, somos el producto; mientras,
la empresa que les paga encuentra un grado de eficacia publicitaria desconocido
hasta la fecha. La suma de la información de cada uno de nosotros, esos granos
de arena, se concatenan de tal forma que se convierte en oro. Eso sí, oro en
forma de bits.
¿Serán los rastreadores de información los nuevos buscadores
del metal dorado?
@Hecjer
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