El pasado sábado por
la noche el nuevo programa de Telecinco “Un tiempo nuevo” dio a conocer una
encuesta electoral encargada a Sigma Dos. En ésta, Podemos se convertiría en la
segunda fuerza política de España si hoy hubiera elecciones generales,
adelantando a PSOE y a IU y quedándose a tan sólo a 4 puntos del Partido
Popular, que seguiría siendo el partido más votado.
Específicamente, los porcentajes serían los siguientes:
PP (28.3%), Podemos
(24.1%), PSOE (23.7%), IU (5.2%), UPyD (3.7%), ERC (2.6%), CiU (2.5%), C’s (1.8%)
y PNV (1.2%).
En caso de que las urnas confirmaran este panorama, se plantean una serie de escenarios:
- · Una unión Podemos, PSOE e IU, que supondría el 53% del electorado.
- · Una suma PP-PSOE, que daría como resultado un 52%.
Lo evidente es que, desde las elecciones europeas, el
bipartidismo está muy tocado. Es cierto que todavía ambas organizaciones tienen
capacidad de reaccionar -como hemos visto, aún suman más del 50%-, pero los
hipotéticos escenarios no dejan mucho
margen de maniobra. Aunque PSOE y PP sean partidos con amplio apoyo, a no ser
que se pongan de acuerdo entre ellos, todo parece pasar por amplias coaliciones en las que se
integre o, por lo menos, participe Podemos.
España necesita una catarsis, es evidente. A la crisis socio-económica
que tenemos hay que sumarle todos los casos de corrupción, que han encontrado
en Caja Madrid un ejemplo de cómo todas las organizaciones, tanto políticas
como sindicales y empresariales, tenían muchas manzanas podridas. Que una
mayoría creciente identifique a un partido nuevo -con un dominio del marketing
político y la comunicación excepcionales y con una organización que se empieza
a movilizar con ilusión- como alternativa, no es de extrañar. Lo raro sería que
algo parecido a Podemos no hubiera surgido. No hay que rasgarse las vestiduras
porque prolifere una nueva conciencia social ante los problemas. Al fin y al
cabo, la democracia es pluralidad.
Si entre los principales problemas de España, según el CIS,
están la corrupción política y la clase política, en fin, no hay que ser politólogo
para ver que el hartazgo ciudadano buscaría otros canales -diferentes a los
tradicionales- para movilizar su indignación. Primero fue el 15 M como algo
distinto encaminado a cambiar las cosas. Podemos está sabiendo canalizar ese
movimiento, y eso le da frescura. Su transparencia a la hora de discurrir sobre
los problemas internos, la aplicación de técnicas innovadoras como votar por
Internet las propuestas y la alta capacidad de liderazgo de sus principales representantes
le están dando fuerza. Su mensaje cala y eso da audiencia a los programas. Le
han facilitado un micrófono y lo ha sabido optimizar.
Otra cosa es cómo gobernaría si ostenta el gobierno. Las altas
expectativas que está creando quizás puedan frustrar a muchos cuando sus
miembros gestionen las instituciones y no pueda desarrollar todo su programa. O
quizá esté y equivocado y mejore la situación si gana las elecciones. Pero en
política ilusionarse mucho es peligroso. Más vale ser cauto, prudente y algo escéptico.
De promesas incumplidas está el mundo lleno y el poder es algo que se tiene que
tomar muy en serio.
Sé que todavía hablamos de sondeos, pero no nos olvidemos de
que las encuestas pueden influir en el voto. Es posible que el electorado del
PP se movilice ante el miedo de que Podemos gane. Pero, por otro lado, también
es probable que esta vez el voto útil de la izquierda no vaya al PSOE, lo que explicaría
una subida espectacular de la fuerza de Pablo
Iglesias y un duro golpe para IU.
No podemos decir que el panorama político no está
entretenido.
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