lunes, 10 de junio de 2013

Mi nuevo artículo: "Trabajando por lo mínimo".

Os dejo mi nuevo artículo en "Noticias de Almería". Esta semana ha tocado reflexionar sobre si es necesario o no un salario mínimo.


¿Cómo se mide la productividad de un asalariado? ¿Cuánto debe cobrar? ¿Qué es ser competitivo? Son preguntas que me hago constantemente. Ya habrán leído en la prensa que tenemos algunos sectores en España que están hablando de suprimir el salario mínimo. Como pueden sospechar, son personas que cobran mucho más de esa cantidad, pero, ya sabemos, es muy fácil dar consejos cuando uno vive fuera de esa realidad que analiza.

El salario mínimo en España, para una jornada de 40 horas semanales, es de 748 euros brutos, unos 645 euros netos. Hay muchos más países que cuentan con salario mínimo en Europa, por ejemplo, Gran Bretaña tiene uno de 1.244,42 euros, Francia uno de 1.425,67 y, por el contrario, por debajo de España tenemos los 683,76 euros de Grecia o los 565,83 de Portugal.

Si algún contratador considera que 700 euros es mucho salario, puede hacer un contrato a media jornada en la que el sueldo se verá reducido proporcionalmente. Como en España tenemos una cultura de echar horas, es posible que alguien cobre 500 euros por trabajar a media jornada y termine echando jornada completa. Como ven, un salario digno de ejecutivos, sustancioso y con grandes posibilidades de emancipación. Lo que ocurre es que, al existir estas cifras de paro tan escandalosas, ese contrato lo pintan como algo glorioso. Mejor mal empleo que no tener trabajo, dicen.

Además del contrato a media jornada, hay toda un ecosistema dentro del mundo laboral: gente que cobra por horas, que no está dada de alta o la que trabaja a comisión, sin tener un salario; o los falsos autónomos que dependen de una única empresa para generar sus ingresos, encontrándose en la misma tesitura de un asalariado, pero sin algunos de sus derechos.

Lo más gracioso es que se pretende expandir la cultura del “aprendiz”. Se sugiere que se empieza cobrando eso, unos 400 euros, y luego se irá subiendo en función de la valía. ¿Seguro? Creo que no, pues nada más hay que ver a los becarios en prácticas que están encadenando becas hasta que dejan de tener la edad legal para ello. O la gente que pasa de un contrato precario a otro y no termina de cobrar un sueldo en condiciones. Si puedes tener el mismo servicio por menos dinero, ¿por qué subir el sueldo? ¿Qué de malo hay en ser aprendiz toda la vida? De hecho, existe un tipo de contrato orientado para “emprendedores”, que establece un periodo de prueba de un año en el que, si la empresa no está contenta, se puede despedir sin indemnización. En serio, ¿es necesario un año para saber si alguien es adecuado para un puesto?


Pedir eliminar el salario mínimo es como pedir volver a trabajar por el plato de comida. Como no hay trabajo y el trabajo es una mercancía, mejor no pagarte con dinero, cambiamos la hora de trabajo asalariado por platos de lentejas. Puede que ustedes consideren que estoy exagerando, pero la propia Organización Internacional del Trabajo ha puesto el grito en el cielo ante la devaluación de los salarios. Si se siguen bajando salarios, el consumo seguirá decayendo, entrando de nuevo en ese famoso círculo vicioso.

Lo que realmente subyace tras todo esto es que cada vez hace falta menos gente para trabajar o, en palabras del economista Santiago Niño Becerra, menos personas para crear una unidad de Producto Interior Bruto. Las cuentas salen: el exceso de mano de obra permite presionar los salarios a la baja. Pero, ¿bajan los precios de los productos? Ante este panorama surgen necesidades nuevas de repartir el trabajo y crear nuevos modelos productivos que incluyan, en su desarrollo, la fuerza de trabajo del mayor número de personas. Hay que innovar y reformar. Si no buscamos lo anterior y seguimos bajando salarios, quién sabe cómo terminará todo.
@Hecjer

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