La democracia representativa en España, caracterizada principalmente por votar cada cuatro años a unos representantes que se dedican a gobernar en tu nombre, está más cuestionada que nunca. ¿Cómo es posible que durante el periodo que dura un mandato político no se le pregunte al pueblo ni una vez sobre cualquier asunto de interés? Aunque existen figuras de democracia directa, como el referéndum (, desde hace unos años se viene debatiendo sobre la necesidad de articular medidas que profundicen en la mejora de la democracia o, por lo menos, que la hagan más representativa.
Movimientos
relativamente recientes como el 15M propusieron entre sus
reivindicaciones la existencia de listas abiertas y cambios en la ley electoral.
Las listas abiertas pretenden, - por lo
menos esa es la idea- que nuestro voto se
dirija hacia un político más libre para tomar decisiones y no como
ahora, que es muchas veces rehén de estructuras burocráticas de poder dentro de
su propias organización. Es posible que
un burócrata del partido tenga más poder que el cargo electo. Cosas que
ocurren. Por otro lado, un cambio en la ley electoral podría aumentar el grado
de representatividad en detrimento del
sistema bipartidista reinante.
Pero
también, al calor de las nuevas tecnologías, surgen iniciativas que pretenden
usar Internet y los nuevos dispositivos
para mejorar las instituciones democráticas.
Uno de
los conceptos más interesantes que vincula las nuevas tecnologías con la administración pública sería el de gobierno abierto, asunto que ya analicé
con anterioridad,
pero, en síntesis y resumiendo mucho, se trataría de ganar más transparencia en
las organizaciones públicas buscando, además, un aumento de la participación
ciudadana. Usar foros en Internet para recabar la opinión de los ciudadanos
puede ser una forma, pero también hay que fortalecer las decisiones políticas
con una radical transparencia sobre lo que se hace o no se hace con nuestros
impuestos.
Twitter se ha convertido en una especie de termómetro electoral y político. Diversas
iniciativas están usando la red para encontrar demandas ciudadanas que luego se
recogen y estudian desde distintas
plataformas .
La viabilidad o no de la ciberdemocracia depende
de muchas variables. Es muy difícil que millones de personas participen todo el
rato en la política por la vía de Internet, pero eso no quita que ciertos
valores, como la trasparencia, se empiecen a poner en valor aprovechando los
grandes avances tecnológicos.
Islandia fue el país pionero en plantear una reforma constitucional vía Facebook.
Que la carta magna, la que recoge los derechos y libertades fundamentales de un
país, pueda debatirse en la red, se ve que es un salto cualitativo importante.
Pero hay que añadir que Islandia es un país pequeño y es menos probable que se sature un foro web como
si, por el contrario, se llevara a cabo
esta iniciativa en ámbitos demográficos más amplios. Lo que sí es posible -por
lo menos, en mi opinión- es que la red ayuda a fomentar la participación y motivar así el interés por la política.
Si
pensamos en la nueva democracia como algo basado en el ciudadano -y tras
decenas de años de frustraciones políticas provocadas por partidos anclados en el poder
que no escuchan al pueblo, parece que debemos evolucionar hacia eso-, tenemos
que articular ya nuevas vías de
participación democrática.
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