Aunque las
relaciones internacionales no son mi especialidad y raramente escribo sobre
política exterior en el blog, es imposible no hacer una excepción hoy, debido a las noticias sobre la guerra siria
y la posible invasión -o intervención, concepto más propio del lenguaje orwelliano que
caracteriza a las potencias occidentales que de otras realidades- que están llenando las páginas de
internacional de todos los periódicos.
EEUU, Francia e Inglaterra, deseosos de derribar el régimen de Bachar el
Asad, han aprovechado el sospechoso -y todavía sin terminar de investigar por
Naciones Unidas- ataque químico contra la
población siria para enarbolar la bandera de la intervención militar.
Siria lleva desde marzo de 2011 inmerso en
una cruenta guerra civil. Tras un levantamiento rebelde contra el gobierno sirio
en época de la primavera árabe,
el ejército respondió con dureza a las protestas llevando la situación a una
carnicería que dura hasta el día de hoy y que ya cuenta con decenas de miles de muertos. Si hablamos
de refugiados, según la información que presenta la prensa, son cerca de seis
millones de sirios los que se han desplazado de sus casas debido a la guerra y cerca de dos millones de personas las que
han abandonado el país, un millón de ellos, niños.
Siria es un país complejo y étnicamente
diverso. Sus 22 millones de habitantes
se dividen en:
- · Un 90% de árabes.
- · Un 87% de musulmanes.
- · El 74% de los musulmanes son suníes.
- · Los chiíes, los alauíes e ismailíes suman un 13% del total.
- · Los cristianos son el 10% y los drusos (una secta de origen islámico), un 3%.
- · También existen minorías kurdas, turcas y armenias.
El gobierno sirio está controlado por el Partido Baas (el mismo de Sadam Husein) que, además,
está conformado por miembros que pertenecen a la minoría alauí. Lleva gobernando el país con mano de hierro e
ininterrumpidamente desde 1971. Los rebeldes, por el contrario, son
mayoritariamente suníes, hecho que ha llamado la atención y despertado la
simpatía de Al-Qaeda.
Con un poderoso ejército equipado con
armamento procedente, entre otros países, de Rusia, se afirma que Siria dispone
también de un amplio arsenal de armas químicas. Pero, ¿realmente lo usaría
contra su población a sabiendas de que eso provocaría el ataque de EEUU y la OTAN, más, si cabe, cuando días antes
Obama estableció que el uso de armas químicas suponía cruzar
las líneas rojas que llevarían a una intervención militar? Es difícil entender
cómo un convoy lleno de inspectores de Naciones Unidas, cuya misión era investigar
el ataque químico del gobierno sirio ,
fuera además tiroteado cuando hacía su trabajo por los mismos que lo protegían.
También es un paripé dejar entrar a la ONU y que luego diga el primer ministro
británico que no hace falta esperar a ver los resultados de la investigación
para iniciar un ataque, palabras que se tuvo que
tragar viéndose obligado a rectificar
e, incluso, y eso es de máxima actualidad, llegar a perder una votación en elparlamento británico en la que pedía el apoyo de la cámara para la guerra.
¿Qué gana EEUU metiéndose en un nuevo
avispero? Las guerras de Afganistán e Irak han supuesto una masacre para la población civil de ambos países y un pozo para la
administración norteamericana del que todavía no ha salido. EEUU, como imperio
violento que es, nunca ha desestimado el uso de la fuerza para defender sus
intereses -utilizando desde la bomba atómica en Japón, hasta el Napalm de
Vietnam, o, ya más actuales, las cárceles
tipo Guantánamo o el fósforo blanco en Irak-,
pero la complejidad de estas situaciones hace pensar que van hacia un callejón
sin salida con pésimos resultados. Si desde el 11S el gran enemigo es el
terrorismo internacional, invadiendo países y matando a población inocente no
parece que se vaya a apagar la llama de la violencia.
La realpolitik
se impone de nuevo, aunque esta vez Rusia y China, como miembros permanentes
del consejo de seguridad de Naciones Unidas, no están por la labor de permitir
un ataque con el aval de la ONU. Otra guerra ilegal, sí, y encima con el
paraguas de los derechos humanos como eufemismo.
Es cierto que Siria ostenta una posición
estratégica, pues tiene salida al Mar Mediterráneo, lo que le permite ser un
paso estratégico para los gasoductos y los oleoductos. Además, Siria es aliado
de Irán y tiene fronteras con Irak, Turquía, Israel, Jordania y El Líbano. De los países anteriormente citados, tanto
Turquía como Israel son enemigos del régimen sirio. A ellos se les suma Arabia
Saudí.
Me pregunto de nuevo si la geoestrategia
puede seguir justificando que EEUU se meta en otra ratonera y, claro, también
me cuestiono si España debe apoyar otra guerra como la de Irak, que ya sabemos
cómo va y cómo ha ido. Parece ser, según la opinión de algunos articulistas, que lo que realmente interesa es una
inestabilidad estable en la zona, ya que tampoco hay recambio político al
gobierno sirio que interese a EEUU y a sus aliados. ¿O realmente se quiere un
gobierno apoyado por Al-Qaeda? Porque, tal y como se hizo en en Libia, apoyar
a los rebeldes para derrocar a Gadafi fue una estrategia que no conllevaba una
implicación directa de EEUU en la batalla, pero, ¿plantea Siria un mismo
escenario?
Como diría Kurtz, el personaje de la genial
obra de Joseph Conrad El corazón de
las tinieblas, lo que veremos es: “el horror, el horror”. Toda guerra es
fracaso de la diplomacia y del género humano, eso por descontado. Estar en
contra de las guerras no es apoyar a dictadores genocidas, es simplemente
intentar que el sentido común rija las relaciones entre países y personas. Pero
esto parece una utopía, por lo que seguiremos viendo más y más desastres.
Para entender más sobre la situación en Siria os
recomiendo los artículos de:
20 minutos: “Las claves de la guerra siria”
También os recomiendo estos dos artículos de
periodistas de El diario.es:
“Qué difícil es opinar sobre Siria”, de Carlos Elordi.
“Siria y la obscenidad moral” ,
de Olga Rodríguez.
Fuente de la imagen: diario El País.
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