Joseph
Heath y Andrew Potter- el primero profesor universitario de Filosofía en
Toronto y el segundo investigador- han escrito este crítico ensayo contra todo
lo que ellos consideran el mundo de la contracultura.
Desde el ecologismo radical hasta los hippies, desde el punk hasta Nirvana, desde el consumo responsable
hasta la Escuela de Frankfurt, estos autores dan un repaso a todas esas
corrientes de pensamiento y/o acción tan afamadas desde los años 60. La idea
del romántico marginal que da su vida por un ideal será un icono dentro de
muchos movimientos, incluso el suicidio de Kurt Cobain se elevará al Olimpo de
los mitos. El cantante de grunge se rebeló tanto que se vuela la cabeza para no
verse sometido por las leyes de la sociedad
de masas y de un mercado que lo habían abducido, o eso dijo. La contracultura
considera que todo lo que le gusta a demasiada gente es malo. Lo industrial
es malo, la cultura de masas también. La idea subyacente del libro es que la
lucha por la totalidad, o sea, por la utopía, nos despista sobre cómo cambiar
las cosas desde un punto de vista realista.
Cualquier
moda que se considera elitista y pretende transformar la realidad, en cuanto empieza
a ganar adeptos, automáticamente pierde atractivo para sus miembros primigenios
y dicen que “ha sido absorbida por el sistema”. Para estos filósofos autores
del ensayo, lo que se esconde aquí es una aversión a la sociedad de masas, a lo
mainstream (concepto que ya mencioné en otro análisis ), algo que pasa con corrientes
culturales minoritarias, pero esta vez llevado a la política.
Creo
que este estudio es demasiado maximalista, culpando a la contracultura de ser un movimiento que desde hace décadas aspira a un mundo sin normas, cuando todos nos
hemos dado cuenta de que son necesarias. Lo que no tienen en cuenta los autores,
en mi opinión, es que, en sociedades con muchas restricciones y leyes
represivas, la salida más normal por
parte de jóvenes concienciados -o sin
conciencia, pero inconformistas- es una rebelión contra todo. Otra cosa es
que en las modernas democracias y sociedades consumistas automáticamente la ley
de oferta y demanda pueda crear una industria de prácticamente cualquier
movimiento con un mínimo de seguidores. Cuando hablo de sociedades represivas
no hablo sólo de dictaduras; un adolescente considera que es opresiva cualquier
norma que se le quiera imponer, y hay adultos que tienen también esos
criterios.
Culpar al feminismo radical o al anarquismo
ecologista de un auge del libertinaje y del caos me parece muy simple. ¿Acaso
no es normal que un joven proteste contra lo establecido? Quiere encontrar su
espacio, sobre todo cuando tiene sus necesidades básicas cubiertas. Buscar su
personalidad conlleva muchas veces refugiarse en alguna tribu alternativa. Según el texto, esto se llama “consumo diferenciador”, que puede ser
contracultural o lujoso, ya que lo que busca es diferenciarnos del vecino.
No
obstante, lo que sí demuestran la política y la economía es que no hay grandes
soluciones absolutas. Debido a la complejidad de las sociedades modernas, el
simplismo es dogmático y más vale andarse con ojo cuando alguien promete
cambiarlo todo de raíz con dos o tres decisiones o a base de transformar las mentes.
Rebelarse vende también nos habla de Freud, Marcuse e incluso Hobbes. Mientras Carlos Marx
nos planteaba su teoría económica basándose en la pobreza del
proletariado, Freud y Marcuse analizan el
carácter psicológico de la represión. Hobbes, muy anteriormente, ya disertaba
sobre el miedo como elemento político.
Si lo
material no es importante, sino que la cultura es algo que nos oprime en esta
sociedad consumista, el debate ideológico dentro de un sector de la izquierda se trasladó
encontrándose con el new age y otros movimientos.
Mientras que Marx hablaba del progreso continuo y la fe en las leyes de la
historia, de golpe, sobre todo tras la
Segunda Guerra Mundial y el horror
del totalitarismo, el pensamiento crítico se tornó más pesimista. ¿Vamos
progresando o vamos hacia atrás?, ¿la tecnología nos libera o nos esclaviza? ¿Nos
hemos alejado de la madre naturaleza y, por lo tanto, sufriremos las
consecuencias? ¿Se lucha contra el hambre mejor desde la concienciación que
desde el Estado? Y aquí la contracultura
tenía críticas para casi todo, pero soluciones para casi nada. O eso piensan Joseph
Heath y Andrew Potter.
Pero
también hay que recuperar la visión de Gramsci sobre la hegemonía cultural. De
nuevo, como podéis ver, la sociedad de masas se presenta como algo uniforme, gris y manipulado. Sólo una élite concienciada
que se ha dado cuenta de la verdad -los autores nos pondrán el ejemplo de Matrix y su famosa pastilla-, es capaz
de despertar y hacer despertar al resto.
Heath y
Potter, además de poner verde a Naomi Klein y a Michael Moore -criticando su
carácter contracultural y su falta de propuestas realistas-, también son
defensores del sistema liberal y de las propuestas pragmáticas. El capitalismo
es un sistema que ha demostrado ser superior a sus alternativas hasta el
momento, por lo que sólo queda corregir sus fallos y preocuparse por lo
específico. Con la crisis que vivimos es
difícil defender esto, pero es cierto que, por ahora, parece ser que ninguna
alternativa al mercado ha cuajado en el mundo.
Desde luego,
este libro es un jarro de agua fría para los idealismos, pero es que sin
idealistas difícilmente alguien se habría movido para mejorar las cosas. En lo
que sí estoy de acuerdo es en esa idea de consumo
diferenciador, en el que la contracultura genera una industria que mueve
millones -música, ropa, viajes exóticos-, pero que se ha incrustado demasiado
en un concepto elitista de las sociedades y, por extensión, en una abjuración de
la masa.
Si no
tenemos en cuenta a la mayoría, número incesante de personas con su vida particular
y no simples borregos, es imposible articular una política en condiciones. Si todos
nos fuéramos con una caravana a una playa paradisiaca a vivir de un huerto, nos
cargábamos la playa.
No deja
de ser un libro interesante, aunque muy matizable. Pero, como siempre pienso, de
vez en cuando es bueno reflexionar sobre aquellas personas, conceptos e ideas
que siempre nos dicen que tenemos que reflexionar y liberarnos. ¿O no?
Ficha del libro:
Título: Rebelarse vende. El negocio de la contracultura
Editorial: Taurus
Número de páginas: 424
No hay comentarios:
Publicar un comentario