Recientemente pudimos leer en la prensa la noticia referente
al aumento considerable del número de trabajadores autónomos económicamente
dependientes en España, los conocidos como TRADES. Estos se caracterizan por
ser aquellos trabajadores autónomos que realizan su actividad económica o
profesional para una empresa o cliente del que perciben al menos el 75 por ciento de sus ingresos.
Al cierre de junio de este año, había unos 273.100 Trades, lo que supone 14.500
trabajadores más respecto a diciembre de 2012 o, lo que es lo mismo, un 11,3%
más.
No hay que confundir esta figura jurídica con el falso autónomo,
aquella persona que está dada de alta como autónomo pero que en la práctica
trabaja como un asalariado en la empresa. Debido a esta picaresca, los Trades
tienen una figura contractual propia, o sea, que si eres autónomo y dependes
fundamentalmente de una empresa, deberías sellar con ella un tipo de contrato muypeculiar.
Dentro de los
requisitos que tienen que cumplir un Trade, estarían lo siguientes:
- No tener trabajadores a su cargo.
- Disponer de material y recursos propios para ejercer la actividad.
- Percibir una contraprestación económica en función del resultado de la actividad, de acuerdo con lo pactado con la empresa.
- Realizar su trabajo de manera diferenciada con los trabajadores por cuenta ajena de la empresa.
- Desarrollar la actividad bajo criterios organizativos propios, sin perjuicio de las indicaciones técnicas de carácter general que pueda recibir de la empresa.
El trabajador autónomo económicamente dependiente tendrá una
serie de derechos adquiridos gracias al amparo de dicho contrato, pero si no lo firma y funciona como una empresa al
uso, no podrá acogerse a estas ventajas. Lo que trata de solucionar la figura
del TRADE es una situación de indefensión por parte del trabajador.
Pero, como nos imaginábamos y bien afirma la noticia, la mayoría de los Trades
no ha firmado el contrato especial para ellos, por lo que están bastante
desprotegidos. En muchas relaciones mercantiles lo que en realidad se oculta, como decíamos, es una relación de asalariado:
con oficina, jerarquía y horario cerrado
que coincide a la perfección con el de la empresa para la que se
trabaja.
La crisis ha aumentado considerablemente el número de
personas que se han visto forzadas a integrarse al mundo del autónomo. Muchos
de ellos no son valientes emprendedores, sino que simplemente se han visto obligados a funcionar como una
empresa para facilitar su contratación. Sin vacaciones, ni bajas, ni ningún
tipo de reconocimientos que sí tiene un asalariado -además de una exacerbada dependencia
económica de un solo cliente-, el
autónomo se enfrenta en muchas ocasiones a vivir en la precariedad constante.
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