Los últimos datos ratifican una tendencia importante en la
economía española: el turismo emplea más gente que la industria. Hay expertos que consideran que el turismo en sí es
una industria, pero existen claras diferencias entre éste y lo que tradicionalmente se ha entendido
como “sector industrial”. Primero, la temporalidad del turismo lo hace un ámbito tremendamente precario, con
remuneraciones bastante inferiores al industrial -de hecho, se afirma que el salario
medio que se cobra en hostelería es la mitad del que se percibe en la industria-
y muy dependiente de factores exógenos como el clima, la existencia de destinos
competitivos en otros países y algunos factores más. Cierto es que una fábrica
de coches también tiene que competir y afrontar enormes riesgos, evidentemente.
Según podemos leer en el diario “Cinco días”, “los últimos datos de la Seguridad Social
muestran como el número de afiliados a actividades turísticas era de 2,07
millones, casi 100.000 afiliados más que hace seis años. Todo lo contrario que
lo sucedido en el resto de sectores, donde la merma de puestos de trabajo ha
sido brutal. En la construcción se han perdido 1,5 millones de afiliados, en la
industria 700.000 cotizantes y en el comercio hay 400.00 altas menos”. El
turismo, al día de hoy, parece ser la única tabla de salvación de un mercado de
trabajo derrumbado y una economía nacional en descenso constante. Al atractivo
de sol y la playa, la gastronomía y otros alicientes que vendemos para que nos
visiten, hay que sumar dos elementos claves para entender este año tan positivas
cifras: el turista nacional no ha salido al extranjero y los conflictos en el
Magreb, Egipto y otros posibles destinos turísticos que son competencia de
España han supuesto un retorno de viajeros hacia nuestras playas (aunque es de
entender que no sólo la playa es objeto de visita).
A pesar del buen ritmo del turismo, el desempleo en España
sigue por las nubes. Toda esa cantidad de desempleados que provienen de otros
sectores no está siendo absorbida. Además, es importante tener en cuenta que recualificar
y reinsertar a personas que llevan
muchos años trabajando en otras actividades económicas, como puede ser la de la
construcción, exige implementar políticas activas de empleo. Aun así, es muy
complicado.
Si se quiere conseguir un mínimo de calidad en el turismo,
hacen falta formación, idiomas y tener
como objetivo la mejora del producto turístico bajo los criterios de calidad.
Pero, claro, a un buen profesional hay que pagarle bien, por lo que parece ser
que, como siempre, se pretenderá -que no digo que sea norma general, pero todos
hemos viajado alguna vez y se ven cosas
que te dejan pasmado- tener mano de obra barata y cobrar en verano auténticos
pastizales al turista inocente.
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