martes, 5 de mayo de 2020

Algunas cuestiones en mitad de la pandemia del Coronavirus



El otro día estuve leyendo un artículo de la BBC sobre algunos cambios sociales que ya podemos ver como consecuencia de la pandemia. Hagamos un resumen.

Dependemos más de la tecnología
Si cabe, diría yo. Es cierto que el incremento del teletrabajo, las videoconferencias y videollamadas con amigos nos pone ante una obligada reflexión: ¿Cómo hubiera sido la crisis del COVID-19 sin Internet? Pues muy diferente, solo tenemos que imaginarnos que muchas compras hubieran tenido que hacerse presencialmente, que mucha gente no sabría nada de sus seres queridos a no ser que los llamara por teléfono, +¿os acordáis algunos de lo que costaba llamar por teléfono no hace muchos años?) y un largo etcétera. Pero también tendríamos menos invasión informativa. Todo tiene su cara y su cruz. 
  
¿Pararemos de comprar ropa nueva?

Bueno, si hasta que no llegue la vacuna saldremos menos, no tiene sentido cambiar de modelo como antes. Además, nos enfrentamos a una crisis económica brutal y no estaremos para demandar muchos productos no esenciales.  A pesar de que enfrentarnos al teletrabajo puede empujarnos a estar todo el día en pijama, vestirse de vez en cuando con ropa de calle no estaría mal (incluso si trabajas en casa es recomendable mantener unas rutinas como si salieras a tu puesto de trabajo).
Las tiendas de ropa se enfrentan a condiciones muy restrictivas. La dificultad de la distancia se seguridad sumada a que la ropa, tras probarla, debe ser desinfectarla, hace complicada la viabilidad de estos negocios tal y como se conocían antes. Adaptarse a  este panorama es un reto complicado, aunque la venta por Internet es un gran aliado.

Y otra pregunta, ¿qué pasará con los bares? Con las medidas restrictivas a la mayoría no les sale rentable abrir. Es importante que no esperemos una normalidad como la de antes de la pandemia, sino una nueva realidad plagada de rebrotes masivos y medidas intermitentes de restricciones de movilidad y actividades en la calle. Es lo que hay. Y eso si no vienen nuevos virus.

¿Qué pasa con la hora punta en las  ciudades?
Para evitar las aglomeraciones y que, en el trasporte público, la gente esté demasiado cerca unoa de otra, se ha planteado que los trabajadores puedan entrar a sus puestos de forma escalonada.   ¿Seguiremos así en el futuro? Quiero decir, ¿las ciudades verán esta crisis como una enseñanza para evitar atascos y problemas de movilidad en las ciudades? Está por ver, porque,s la recomendación es usar el vehículo privado en vez del transporte público, puede que nos quedemos igual o peor. 

¿Qué pasa con los vuelos y los precios?
Ahora mismo no se vuela nada, las compañías aéreas se enfrenta a una crisis brutal y, por lo que vemos, va para largo. Además, para poder respetar la distancia de seguridad,l aviones deberán reducir su aforo,  lo que lleva a una bajada de ingresos que se intentará compensar, seguramente, con una subida de precios. ¿Será el fin del low cost?, ¿será necesario someterse a tests rápidos antes de montarse en un avión?

La escuela online
Millones de niños se han quedado sin clases presenciales, lo que ha obligado a toda la comunidad educativa a trasladar la escuela al mundo digital. Ya hablé no hace mucho sobre la brecha digital, y comenté que, al día de hoy, es un elemento más que compone la exclusión social. 

¿Cambio en el modelo energético?
El parón económico está siendo un empujón total para la recuperación del medio ambiente. La cuestión es que necesitamos reanudar la economía y la pregunta, como siempre, es: ¿seguimos con combustibles fósiles o podemos buscar alternativas?

¿Qué pasará con teatros y cines?
El sector cultural está herido de muerte y veo un futuro muy incierto. Mientras que el cine tiene un espacio en las plataformas tipo Netflix o HBO, el teatro y los conciertos, por  ejemplo, tienen una difícil adaptación al mundo online. ¿Pagaríamos los que nos gusta el teatro  por ver una obra de en el salón de nuestra casa? 
Hasta que las salas se adapten a las restricciones, ¿nos fiaremos de ir al cine o al teatro, sitios cerrados con aire acondicionado aunque solo entre la mitad del aforo? Mientras tanto, algunos teatros ya están tomando medidas de sentido común.

¿Nos hará esta crisis más humanos o desembocará en graves problemas de orden público?
Aplaudir todos los días a las 20:00 en agradecimiento a los sanitarios y los arrebatos sinceros de solidaridad en España pueden ser una muestra de que nos estamos volviendo más empáticos y solidarios unos con otros. De hecho, en el artículo que os comentaba, se dice que:

“It's generally accepted the experience of living through the 1930s depression and World War Two shaped the so-called Greatest Generation - a cohort of Britons noted for resilience, prudence, humility, work ethic and sense of duty. They are qualities people see in the Queen and in 100-year-old Captain Tom Moore, who marched up and down his garden for the NHS.”

Vivir una situación traumática puede unir más a las personas o,por otro lado, la crisis que ya tenemos sobrevolando nuestras cabezas puede generar un incremento de la violencia, los disturbios sociales y, no lo quiera nadie, desembocar todo en un auténtico conflicto bélico si no se toman las medidas oportunas.

El infravolarado sector de los cuidados

Leo en el artículo algo muy ilustrativo:

"This pandemic has shone a spotlight on the overlooked and undervalued corners of society.”

Lo que viene a decir que esta pandemia ha puesto de relieve aquellos “rincones” infravalorados o pasados por alto de la sociedad. Y es cierto. Esta crisis debe obligarnos a conocer:
  • -          ¿Cuáles son las condiciones de la mayoría del personal sanitario?
  • -          ¿Cuáles son nuestras necesidades como sociedad, en relación a medios sanitarios?
  • -          ¿Qué pasa con las residencias de ancianos? ¿Cuáles son sus condiciones?

La falta de equipos de protección y tests para el personal sanitario y de cuidados no debe volver a ocurrir.

¿Cómo evolucionará el comercio internacional?

Antes de la pandemia del COVID-19, ya había una guerra comercial entre China y EEUU que hacía temblar eso que se ha ido llamando globalización. China, la fábrica del mundo, simbolizaba esa globalización en la que se han reducido costes a base de llevarse empresas de países con sueldos más elevados a otros con mano de obra barata.

Pero esta pandemia, tal y como se expone en la BBC, nos sitúa ante una serie nueva de debilidades:
“There's the reliance on three countries - the US, China and Germany - to provide 40% of personal protective gear, and also businesses' dependency on single sources for vital components. There'll be a rethink of what products are "strategic", key to a nation's survival. They might be produced closer to home or alternative suppliers sought.”

Tenía un profesor de Economía en la facultad que decía que todos los países debían tener un porcentaje mínimo de agricultura y ganadería, para asegurar la comida en caso de guerra. Entendemos que la comida es estratégica, pero, ante el panorama de esta o futuras pandemias, debemos ampliar el abanico de productos que  fabricamos nosotros mismos, como pueden ser los EPI. No podemos darnos el lujo de quedarnos sin este material ( y no solo en España hemos tenido este drama, en Reino Unido, por ejemplo, están igual).

La pandemia no termina con las tensiones internacionales
Los reproches sobre el origen del virus entre EEUU y China no viene más que a incrementar lo que ya es una auténtica guerra fría. Las tensiones irán en aumento y la pregunta ineludible es: ¿qué pasa con Europa?



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