martes, 26 de mayo de 2020

Cooperación internacional y COVID-19


Lo que estamos viviendo con el SARS-COV2 es seguramente el mayor reto planetario desde la Segunda Guerra Mundial. Para que os hagáis una idea, el shock económico se traduce en:

        Según el FMI, “una contracción del tres por ciento en el Producto Interno Bruto global este año. Semejante retroceso no tiene precedentes en tiempos modernos, pues habría que remontarse a la época de la gran depresión que comenzó en octubre de 1929 con el fin de encontrar un periodo más adverso. Al lado de lo que pasa ahora, la descomunal crisis financiera internacional que estalló doce años atrás parece una emergencia manejable.” O sea, que si nos costó salir de la anterior crisis, ya podemos ir preparándonos.
        “El impacto más fuerte lo recibirá la zona euro, cuya economía caería 7,5 por ciento en 2020. Italia, con un bajón del nueve por ciento, será la más damnificada, aunque España, Francia o Alemania no estarán mucho mejor.”
        “China e India seguirían en positivo, aunque con tasas apenas superiores al uno por ciento que contrastan con su desempeño reciente. El resto de Asia dará marcha atrás, al igual que África.”
        “Estados Unidos experimentará un descenso del 5,9 por ciento, mientras que el de América Latina será de 5,2 por ciento. México, Argentina o Brasil serán los de peor desempeño, al igual que los países del Caribe que dependen del turismo”.

¿Qué significan estos datos? Seguramente nos espera un futuro a corto medio plazo con graves disturbios. La cuestión es que, como ya escribí en su día, las políticasde confinamiento son útiles para  deteneral virus, pero son un misil nuclear dirigido hacia las estructuras económicas de los países. Si tenemos un nuevo rebrote este verano -o en otoño-, nos espera un futuro auténticamente apocalíptico, alejado de esa recuperación en forma de V que algunos mencionaban. Ojalá me equivoque.

Sálvese quien pueda

La guerra por material sanitario, por ejemplo, o el cierre de fronteras, hacen ver que la solución a esta crisis está pasando por el fortalecimiento de los  estados nación y no por una mejora de la cooperación internacional. La globalización ha muerto, tal y como la entendíamos, por lo menos, hasta ahora. El surgimiento de movimientos populistas de marcado carácternacionalista no solo puede llevarnos a la reducción de la cooperación internacional,  en todos los sentidos, sino a un giro radical en las políticas migratorias.  ¿El motivo de esto último? El miedo a un posible rebrote, pero también el incremento del desempleo puede llevar al surgimiento de movimientos radicalmente opuestos a los inmigrantes. Es la guerra del último contra el penúltimo.
¿Se controlará, por ejemplo, al turista británico en cuanto se abra la temporada? Siendo el Reino Unido uno de los países con más muertes e infectados del mundo, espero que sí. ¿Estamos seguros? ¿Hemos aprendido algo de no haber cerrado fronteras con Italia cuando ya sabíamos la importancia de la epidemia ahí? ¿Necesitaremos un pasaporte de inmunidad?

Por otro lado, la Guerra Fría de EEUU contra China tampoco nos puede llevar a un buen escenario. China ha utilizado la cooperación con otros países como una forma de Soft Power.  Necesitada de recursos como está para alimentar su imparable crecimiento, el gigante asiático ha entendido bien que ayudando se consigue bastante. No obstante, las sospechas de que el gobierno chino ocultara información sobre el coronavirus, junto con la existencia de laboratorios de máxima seguridad en los que se investigaba con virus parecidos cerca de Wuhan, ha levantado todo tipo de suspicacias. Por ahora, China se ha mostrado favorable a que se investigue el origendel virus. Es lo único que sabemos.


¿Existirá cooperación al desarrollo tras esta pandemia?

Habrá países que saldrán mejor que otros. La lucha en Europa por convencer al norte para que sepuedan implementar medidas económicas que no nos destrocen a los del sur demuestra que es muy complicado  que los políticos alcen la vista más allá de un corto plazo. Aún así, mientras escribo este artículo, me llega la noticia de que  Bruselas pone encima de la mesa una propuesta que intenta, en cierta manera, generar un “plan Marshall Europeo” sin abrir más la brecha entre los europeos del norte y del sur.

En un interesante artículo publicado por el instituto Elcano, se dan unas claves muy acertadas sobre cómo podría ser el futuro de la ayuda al desarrollo:

-       Tras la crisis del 2008 la ayuda creció. Esto se explicaría, en parte, por el incremento de la participación de China y los donantes privados.
-       La pandemia es mundial y con la salud no se juega. No nos podemos permitir que los avances médicos, tanto en vacunas, tratamientos o material sanitario, se queden en unos pocos países. Las consecuencias las pagamos todos.
-       El ámbito social está enlazado, cierto, con lo político y económico, pero también son necesarias instituciones internacionales fuertes que puedan ayudar. La actitud de EEUU contra la OMS o el papel totalmente simbólico de una ONU, cuyo consejo de permanente de seguridad es el reflejo de un mundo arcaico  nacido justo tras la II Guerra Mundial, no dejan lugar para el optimismo.
-       No hay dinero para la ayuda internacional a no ser que se relaje mucho la ortodoxia económica en Europa, cosa que dudo. Por ello, veremos seguramente un descenso notable de estas partidas dentro del seno del viejo continente.
-       A China le sigue interesando la ayuda al desarrollo como herramienta de legitimación internacional. Más aún sabiendo que el virus salió de su territorio.

Enlaces de interés y agradecimientos
Este artículo no hubiera sido posible sin la información facilitada por María Del Mar Martínez, abogada experta en cooperación internacional  para el desarrollo y autora del libro “La República Democrática del Congo y la maldición de los recursos” . También es  gestora de la página de Facebook, que os animo a seguir, “cooperación Internacional para el desarrollo”.

Más lecturas: Informe de UNICEF:  La cooperación al desarrollo ante la crisis del COVID-19

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