Según podemos leer en una noticia de esta semana en eldiario El País, “de los 4,2 millones
de trabajadores cubiertos por convenios registrados hasta octubre, 1,27
millones de empleados han firmado un 0% de variación salarial. Y otras 13.142
personas han aceptado un convenio que les reduce el sueldo durante los próximos
años, con un descenso medio del 3,3%”.
Seguimos la senda de la devaluación interna. Desprovistos
como estamos de una moneda propia que nos permita ganar competitividad sin
tocar salarios, ahora parece que empobrecer se plantea como solución única a la
crisis.
La clave de todo esto es la pérdida de la ultraactividad en
los convenios colectivos, esto es, resumiendo mucho, que si no se llega a un
acuerdo ese año, se prorroga el convenio del anterior, permitiendo que la
negociación nunca rompa derechos adquiridos. Pero, claro, la negociación
colectiva, que se ha visto transformada radicalmente con las distintas reformas
laborales, también se ve influida por la realidad de un dato que me ha sorprendido
de veras: “En las últimas tres décadas, nunca había habido tan pocos
trabajadores (4,2 millones) cubiertos por convenios hasta octubre, como este
año”. La mayoría de los asalariados de este país ni siquiera puede decir que
tiene el amparo de una negociación colectiva fuerte, y es que el tejido
empresarial en España -caracterizado por ser, en su mayoría, pymes- no tiene en
sus centros tantos trabajadores como para generar solidaridad colectiva. En
este sentido, los sindicatos, al igual que los partidos políticos, han caducado
y su visión decimonónica de los movimientos ciudadanos está totalmente arcaica.
Fuente: diario El País
Como se puede ver en la tabla anterior, desde el 2010 la inflación está por encima de la subida
salarial, por lo que es evidente que se está haciendo el ajuste.
¿Por qué aceptar estas bajadas continuas de salarios? Pues
por algo que se llama seis millones de parados. El desempleo ejerce una presión
tremenda en el que todavía tiene la suerte de tener un trabajo, e incluso está
mal visto que sindicatos y trabajadores protesten porque les bajan el sueldo. Véase,
por ejemplo, la cantidad de gente que se alegró del tijeretazo a los
funcionarios. En vez de reivindicar mejoras para todos los asalariados, nos alegramos
de que empeoren las condiciones de los demás trabajadores que consideramos
“privilegiados”. Y así nos va.
En realidad, desconocemos cómo plantear una política
salarial en España porque no sabemos bien hacia dónde va nuestro modelo
productivo. Turismo y playa u otros sectores igual de temporales no son el
modelo alemán de fábricas en el que ese puede negociar en función de una
producción. Por lo que, si seguimos dependiendo de los servicios, es posible
que se siga creyendo que sólo nos queda ser más pobres para vender más barato.
¿Dónde quedan la innovación y la productividad?, me pregunto. Qué pensáis.
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