Parece que, mientras comenzaba este artículo (martes por la
noche), el acuerdo que daría estabilidad
al gobierno alemán y que firmarían la CDU
y los socialdemócratas estaba más cerca que nunca. Tanto, que ayer por la
mañana me levanté y la prensa ya reflejaba el cierre de lo que sería un gran pacto de coalición.
Desde luego, en esto de la información, más pronto que tarde te quedas
desfasado.
Entre los aspectos más destacables del documento que sienta
las bases del pacto entre los dos grupos políticos estarían “la creación de un
salario mínimo interprofesional, la flexibilización de la norma que fija la
edad de jubilación a los 67 años y una mejora en la situación financiera de los
municipios.”
La cuestión del salario mínimo es un hito histórico en un país que,
pese a ser una gran potencia económica, no contaba con esta medida tan
generalizada en el resto de Europa. El nuevo salario mínimo pactado establece
unos 8,5 euros a la hora y seguramente es un avance de dimensiones importantes
que se presentará como una gran victoria del SPD.
El acuerdo sobre políticas sociales en Alemania cobra
especial relevancia si tenemos en cuenta los recientes datos sobre la pobreza y su mercado laboral. Según podemos leer en ElEconomista: “En 2012 el país tuvo 41,5 millones de personas empleadas, la
mayor cifra de su historia. Sin embargo, el volumen de trabajo total se situó
en niveles de 1991. Y otro dato: alrededor de 7,5 millones de trabajadores,
cerca del 20% del total, tienen un minijob.”
Un sueldo de un minijobs puede rondar los 450 euros
mensuales y, en muchos casos, la hora de trabajo se paga a pocos euros. La cuestión es que si bien nunca
ha trabajado tanta gente en el país germano, vemos cómo la precariedad y la
desigualdad se incrementan. En este panorama socioeconómico no sólo el
desempleado se sitúa como una persona en
riesgo de exclusión social, sino que muchos trabajadores asalariados corren la
misma suerte. Y, ojo, de ese 20% de trabajadores bajo el contrato de minijobs,
los últimos dats reflejaban que un 33% eran mujeres, otro 33%, jóvenes de entre
15 y 24 años y un 37%, personas sin titulación.
Los minijobs ,más que una vía para insertarse en el mercado
laboral -por lo que dicen las estadísticas-, se están convirtiendo en una forma
usual de contratación laboral precaria sin muchos beneficios sociales y mal retribuida, que además se alimenta de
colectivos de difícil inserción como son los anteriormente citados.
Cuando se critica a Alemania como un país que pretende
ahogarnos a nosotros, los del sur, hemos de darnos cuenta de que dentro de sus
fronteras también existen amplias capas de población en situación un tanto difícil.
Pero, como todo, es posible que la tónica general en la Unión Europea sea mantener la idea de
que es preferible un mal empleo a no tener tenerlo.
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