La polémica sobre si debes o no tener cuidado con esas fotos
que cuelgas en las redes sociales en las que se te pueda ver un poco “alocado” y,
por tanto, orientadas posiblemente a
perjudicarte profesionalmente, siempre ha estado encima de la mesa.
En un excelente artículo de Enrique Dans se desarrolla una
serie de ideas que vienen muy bien a la hora de sacar conclusiones ante esta
situación. Que tu perfil profesional se base en tu blog, tu LinkedIn u otras
herramientas Social Media parece una obviedad en la era de la información; de
ahí a que una empresa este más interesada en tus opiniones políticas, polémicas
o fiestas, hay un trecho. ¿Realmente dice mucho de una persona una foto en una
discoteca? ¿Podemos sacar conclusiones sobre si un profesional es de valía o no
porque cuelgue un vídeo cantando o dando saltos entre el público en un
concierto?
El cotilleo es una constante en España y parece que siempre
se persigue la negatividad de la información: aquello que le sirva a otro para
ponernos a parir. Como bien reflexiona Dans, el foco no debe estar en la persona
que cuelga una foto, sino en aquella empresa que se dedica a discriminar a unos
o a otros por la información que cuelguen.
El miedo a no saber si las opiniones vertidas en la red
pueden disgustar o no a la empresa de turno hace que muchos perfiles parezcan robots.
La neutralidad llega a tal extremo que a veces me pregunto si mucha gente que
anda por aquí es real o se ha transformado en ciborgs. ¿Eso quieren los
departamentos de Recursos Humanos? Creo que no. Por lo menos, todos preferimos
seguir a personas reales, con opiniones y sentido del humor.
Si la mayor parte de la información que volcamos en la red a
modo profesional es de menor valía que cualquier otra que, por ejemplo, hacemos
circular en Facebook en plan lúdico festivo, es que todavía el reclutamiento 2.0 no está tan maduro como pensábamos.
El Gran Hermano no sólo es la NSA de EEUU, sino un individuo con un móvil y
ganas de hacer fotos. La intimidad es fundamental y la protección de la propia
imagen más, pero el cotilleo adyacente a las Redes Sociales es una cosa y la captación
del talento otra. ¿Tiene más relevancia Facebook que LinkedIn?, ¿una red en la
que hablo con los amigos que mi perfil de trabajo?
Según algunos estudios recientes, no tienen relación las
opiniones vertidas en una red o las fotos fiesteras con el rendimiento en el
trabajo, por lo que, como os decía antes, nos estamos moviendo más en el morbo
discriminatorio que en una verdadera búsqueda de perfiles de valía. Lo mismo me
vale para los trabajadores que ya se encuentren en una empresa. ¿Terminarán
poniendo un micrófono en la máquina del café?
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