“Big Data” ilustra lo que consideran el comienzo de una era, la de los
datos masivos. La recolección de datos comienza a ser tan barata que ya no
necesitaremos establecer una muestra para estudiar un hecho de forma de
encontrar conocimiento, sino que podremos analizar el conjunto total de datos,
lo que nos permitirá establecer resultados mucho más precisos, más baratos y
también más inesperados.
El texto que preside esta entrada está extraído de un interesante
entrevista realizada a Viktor Schönberger,autor del libro "Big data, la revolución de los datos masivos", publicada
el verano pasado por eldiario.es.
La información es poder, está claro, pero, en la actualidad,
el exceso de datos hace que sea filtrar, examinar y separar el grano de la paja
la gran tarea de los analistas. Quien consiga esto -gracias sobre todo a las
nuevas tecnologías, pero también a la formación y a la capacidad de análisis de los profesionales- tendrá una enorme
ventaja competitiva frente a todos los demás.
Según Viktor, es posible que la mayor base de datos la tenga
Google, incluso por encima de gobiernos
y otras corporaciones. Google “tiene alrededor de un millón de discos duros donde guardar datos”
cuya capacidad, aunque es desconocida, puede indicar el tamaño colosal de lo
almacenado por la empresa norteamericana. Google
es un contenedor increíble de datos que recibe información sobre todas nuestras
búsquedas: tecleamos preguntando por una calle, cómo se escribe una palabra,
dónde comer en una ciudad y un largo etcétera. Pero, además, Google sabe qué vídeos nos gustan en YouTube, qué páginas en Google+, qué visitamos, qué leemos y qué
aficiones tenemos en general. La economía de la atención es dominada por esta
empresa hasta la fecha, a pesar de que Facebook
tiene también una fuente de información de valor incalculable. La competencia
entre los dos gigantes empieza a ser cada vez más palpable.
Ni Google, ni Facebook, ni siquiera Amazon -cuyos clientes se mueven mucho por el
sistema de recomendaciones a la hora de comprar- existirían sin los datos
masivos. La información es poder… y dinero. Es orientar una campaña de
marketing o segmentar mercado, pero, sobre todo, es la capacidad de tomar
decisiones en base a una información cada vez más fiable.
A nivel gubernamental, una de las preocupaciones que debemos tener los ciudadanos sobre la
utilización que haga el poder con estos
datos no sólo es el espionaje, sino que, en función de la información, se
realicen predicciones que terminen perjudicando a los ciudadanos. ¿Terminaremos
como en Minority Report, arrestando a gente antes de que cometan el
delito? Parece ciencia ficción, pero opiniones o decisiones que vayamos tomando
desencadenan una serie de datos en la red, por lo que, como bien nos dijo
Snowden, es muy probable que estemos siendo controlados.
De ahí la necesidad de la transparencia, enlazando con
conceptos como el Open Data e inclusocon el Open Goverment.
La administración pública debe permitirnos trabajar con los datos, debe ser
transparente y abierta; lo contrario, la opacidad, es un nido de corrupción y
arbitrariedad.
En este sentido, ¿cuál es el papel de los profesionales?
En muchas ocasiones he escrito sobre redes sociales y el empleo, pero la
entrevista se centra en el papel de los periodistas. Según se establece, no es
tan importante que un periodista sepa programar como que sea capaz de pensar con
la mentalidad de datos masivos. Pasa lo mismo que cuando hablamos del 2.0; es
más una actitud, una forma de plantar cara a la generación y dinamización de
contenidos que de dominar herramientas tecnológicas.
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