Atención: voy a
contar prácticamente todo el argumento de la película. Si no las has visto y
eres de esas personas -como es mi caso- que no soportan que les cuenten toda
una película antes de verla, te recomiendo no leer la entrada entera hasta
después de su visionado.
El sábado aproveché la tarde para ver un par
de películas entretenidas; una de ellas fue InTime. La verdad es que me acerqué a ella un tanto escéptico, y no porque
tenga nada en contra de Justin Timberlake, sino porque me parecía que la
película iba a ser una historia de amoríos con happy ending y un poco empalagosa. Pero, bueno, a pesar de que sí hubo
amorío, recordando un poco la historia de La
dama y el vagabundo -Timberlake hace de pobre joven que vive en un gueto y
la chica protagonista con la que se enrolla,
de niña rica que se rebela contra el sistema-, el argumento general da
para pensar.
In Time está contextualizada en un
mundo en el que todo los habitantes crecen hasta los 25 años. Al llegar a esa
edad, no volverán a envejecer, pero se activa un reloj que tienen en el antebrazo
dándoles un año más de vida. Si ganan tiempo, alargarán los años eternamente
jóvenes. El salario se paga en tiempo; los cafés, los alquileres, el autobús,
todo se paga en tiempo. Minutos, segundos, horas, meses y años. La gente que es
pobre, es pobre porque vive al día Y tiene que ir corriendo a trabajar, mirar
cada segundo y, por qué no, en momentos desesperados, robar el tiempo de los
demás.
Los guetos, o los barrios en general, están
divididos por zonas horarias. Si quieres acceder a un barrio, tienes que pagar
con tiempo. Cuanto más rico es el barrio, más tiempo te cuesta entrar. Ganar un
año, o 10, es como ganar millones de dólares: supone que tienes más tiempo de
vida. Los ricos, eternamente jóvenes como los demás, se convierten
prácticamente en inmortales. Tienen tiempo de sobra: comen despacio, conducen
despacio, no tienen prisa. ¿Qué más puede tener un millonario si no es tiempo
para sí mismo y disponer del tiempo de
los demás?
Para que los ricos en tiempo sean inmortales,
otros tienen que morir. No hay espacio para todos; así, de un día para otro suben los precios de
los bienes y servicios, bajan los salarios, suben los intereses de los
préstamos de tiempo, etc. Mientras, los muertos, caras jóvenes pero a los que
no les quedaba tiempo, se ven por las aceras del gueto como si fueran yonkis
muertos por sobredosis.
En
esto que Timberlake, joven proletario, recibe un regalo de un rico cansado de
vivir eternamente: un siglo entero para gastar. Viaja el barrio rico con la
idea de rebelarse contra el sistema, jugando a las cartas e intentando crear
fisuras internas. En este contexto entra la chica, protagonizada por una bella
Amanda Seyfried, hija de
una especie de banquero cuyo negocio es prestar tiempo a los pobres a una tasa
de interés de completa usura. La joven, como lo tiene todo, quiere vivir
aventuras. Qué malo es ser rico y no pode respirar con tanto guardaespaldas.
Como era de prever, la niña rica entra en conciencia -a pesar de que al
principio es secuestrada- y termina rebelándose contra el sistema con el joven
proletario. En plan Bonnie and Clyde, roban el tiempo encapsulado y
almacenado en los bancos para repartírselo al pueblo llano.
Aunque el principio arranca de forma extraordinaria, la historia de
amor creo que ofusca un poco el fondo de la cuestión: la importancia del tiempo.
José Luis Sampedro decía que el tiempo no es oro, es vida, y en esta película,
se ve cómo esa metáfora es cierta.
Vivimos pegados a un reloj para poder sobrevivir en un mundo en el que
hay gente que no mira el tiempo.
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