domingo, 5 de enero de 2014

La legalización del cannabis: ¿cambio de tendencia a nivel internacional?



Ante la realidad que nos aborda constantemente en relación a las drogas ilegales y al mundo mafioso y delincuente que las rodea, las voces internacionales que están optando por tratar de otra forma al cannabis van creciendo, aunque tímidamente, con el paso del tiempo.

 
Uruguayha legalizado la venta y la producción de marihuana y el Estado de Colorado(EEUU) también ha decidido despenalizar la venta y el uso recreativo de esta “yerba centenaria”. Ya el consumo terapéutico está extendido en otros estados de la nación norteamericana. El sentido común empieza a imponerse y estas regiones se han sumado a la mítica  Ámsterdam, cuna de la libertad en cuanto al uso recreativo de la marihuana y del hachís.

No sólo es una cuestión de libertad individual el  hecho de que un individuo mayor de edad decida qué tomar o no -con la información pertinente y atendiendo a una normativa básica que impida molestar a terceros-, sino que es el pragmatismo el que está  haciendo a los Estados entender la lucha contra la drogadicción desde el punto de vista  terapéutico, dándose cuenta de que la criminalización y la lucha policial llevan décadas sin servir prácticamente para nada. Mientras poca gente ha muerto de sobredosis por fumar porros, hablar de cannabis como de un gran Satanás ya no tiene sentido.

Que una sustancia de consumo sea ilegal impide algo fundamental: saber qué ingredientes lleva, lo que obstaculiza de forma fundamental controlar la dosis. La cantidad y la calidad, además del individuo, conforman una ecuación fundamental a la hora de consumir cualquier fármaco y, en ese aspecto, la ilegalización ha provocado una interferencia muy perjudicial. En los tiempos de la Ley Seca, en EEUU se consumía alcohol adulterado, perdiendo muchos bebedores la vista y la vida, además de multiplicar exponencialmente el poder de las mafias y la corrupción. La prohibición aumenta el precio de tal forma que el contrabando mueve millones de dólares, haciendo del narcotráfico una industria tremendamente poderosa que hinca sus garras en todas las áreas de la vida socioeconómica.

La cruzada anticannabis, o antidrogas en general, hace meter en el mismo saco a estimulantes y a sedantes, a drogas alucinógenas o al alcohol. No permite disociar, analizar, enjuiciar. De la misma forma que al hablar del café -cuyo consumo fue perseguido en la Rusia del siglo XIX- o del vino -prohibido en una gran mayoría de países- no nos referimos a ellas como sustancias iguales, hablar, por ejemplo, de cannabis o de cocaína debería situarse en ámbitos de juicio distintos. Es ese agujero negro de la clandestinidad  lo que hace que todas estas sustancias se encuentren, creando incluso una cultura clandestina llena de marginalidad y falsa rebeldía que atrae a gentes de todo pelaje. También es cierto que legalizar las drogas no las llevaría a todas al supermercado; algunas volverían a la farmacia y otras, a otro tipo de establecimientos regulados. 

Eliminar el placer, la ausencia de dolor o los actos sacramentales vinculados al consumo de determinadas drogas es eliminar una parte substancial del ser humano que parece muy difícil de conseguir.
Como no ha existido ni existe una cultura o civilización  libre de drogas, la política debe usar el sentido común, darse cuenta de la desobediencia civil que suponen las miles de personas que consumen cannabis y actuar en consecuencia. Minimizar los daños provocados por el consumo de drogas, como el tabaco, el alcohol o el juego, requiere pedagogía, información y tratamientos eficaces. Levantar la alfombra para esconder lo que no nos gusta no evita el problema, simplemente lo apartará de la vista de la mayoría. 

El Estado y un sector moralista de la ciudadanía están empeñados en decirnos qué hacer y qué tomar. Personas que deciden por ti, adentrándose en tu esfera individual, siempre son algo  peligroso. Pero no creo que el cannabis se termine legalizando por cuestiones “libertarias”, sino más bien pienso que la Hacienda Pública de muchos países bien necesita recaudar una parte de lo que mueve este negocio.

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