Ahora mismo, los bits son bits, independientemente de que
pertenezcan a una gran empresa o a este humilde blog. La neutralidad en la red
permite que nuestros contenidos viajen a la misma velocidad por el ciberespacio.
¿Qué pasaría si una empresa que pagase más a una operadora tuviera privilegios
a la hora de mover sus contenidos? Pues que el que tenga dinero irá en
autopista y los que nopor un camino de cabras. Se creará así una dualidad en la
red fruto de la desigualdad y del poder de presión de las grandes corporaciones
Las operadoras, si se termina con la neutralidad en la red y
tal como expresa Dans, se convertirán en “aduaneros”; filtrarán y entorpecerán
aquellos contenidos que no les interesan o que, previamente y como es de
esperar, no hayan pasado por caja. Como veis, las posibilidades de censura se
multiplican por mil.
El principio fundamental de Internet es que la información es
libre. Sin este axioma, se romperían las reglas
del juego y volveríamos a la época en la que grandes empresas decidían qué contenidos se publicaban o no
dependiendo de su interés particular; o a esos tiempos en los que el gobierno
reparte repartía licencias y, a base de publicidad institucional, determinaba
qué grupos mediáticos podían existir en un país. Internet es la suma de cada
uno de los internautas que generamos y
consumimos contenidos. Entre todos hacemos que la red sea la base de
información más grande de la historia de la humanidad pero, como siempre pasa,
cuando algo tiene posibilidades de negocio, todo el mundo pretende arrimar el
ascua a su sardina.
Recientemente, Brasil ha creado un Marco Civil que pretende
garantizar la neutralidad en la red. Me parece que ese es el camino que deben
seguir el resto de países. En España es hora de desarrollar un marco normativo
que busque no garantizar los derechos de
los lobbies y de las corporaciones,
sino los de los ciudadanos en general. Hay que saber armonizar la libertad de
expresión, la privacidad y la neutralidad en la red, como se dice en la noticia
anteriormente enlazada. Para esto, es hora de combatir tanto las presiones
lobistas como los casos de espionaje de los que hemos sido testigos en tiempos
anteriores.
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