Leo recientemente este dato en la prensa: el 27,3% de la población que reside en
España está en riesgo de exclusión social. Según el INE, desde hace cinco
años los ingresos familiares en España no dejan de verse reducidos.
Este 27% es el
resultado de aplicar la tasa Arope, un indicador que calcula el umbral de
pobreza atendiendo a criterios tales como: “la carencia material (como no poder
permitirse una comida de carne o pescado al menos cada dos días o no poder
mantener la vivienda a una temperatura adecuada) y la baja intensidad en el
empleo (cuando las personas trabajan menos horas de las que pueden y necesitan
hacerlo)”.
Fuente: el diario.es
Sigo citando textualmente fragmentos de la noticia: “El
ingreso medio de una familia era de 30.045 euros, frente a los 26.775 de media
de 2012, es decir, que se ha registrado una caída del 11% en cinco años. De
2011 a 2012, esa disminución de los ingresos fue del 3,5%: en 2011, los
ingresos medios eran de 27.747 y un año después ya eran de 26.775 euros”. Bajan
los ingresos medios y, por lo tanto, bajan los ingresos mínimos.
Fuente: INE
Existe otra forma de medir la exclusión, la conocida como tasa de riesgo de pobreza, que se calcula
atendiendo a aquellos ingresos que estén por debajo del 60% de la mediana. Dicha tasa establece que el 20,4% de la
población en 2012 estaba en riesgo de pobreza.
¿Cuáles son, por tanto, los ingresos específicos que fijan
el umbral de la pobreza? Pues citemos directamente el estudio del INE a través
de un cuadro:
Fuente: INE
Otro dato importante: en 2013 eran el 9,3% de los hogares
los que tenían problemas con gastos como el gas, el agua o la luz, unos 0,9 puntos
más que en 2012. Y más datos: el 40% de los hogares no tiene capacidad para
afrontar gastos imprevistos, frente al 35,9% de 2011.
La pobreza, el desempleo y la exclusión social son un
bloqueo enorme no sólo para el desarrollo económico, sino para la convivencia
social y general de un país. La política tiene que estar al servicio de la
ciudadanía, frenar esto y construir una sociedad en la que podamos vivir mejor.
No me sirve que, con este escenario, se critiquen los resultados de las
elecciones europeas o se criminalicen alternativas políticas cuando se está
permitiendo que existan bolsas de exclusión de tales características. No cabe sorprenderse
de que la gente proteste. Eso sin contar con los sucesivos casos de corrupción
política y conveniencia entre gobernantes y élites económicas y financieras. Estos
últimos, conocidos como la casta, se
han convertido en un succionador de recursos económicos que pertenecen o deberían pertenecer a la población
en su conjunto.
Mientras tanto, el FMI pide que España suba el IVA y
disminuya la protección de los contratos indefinidos -ya bastante mermados-
como idea para mejorar la economía de nuestro país. Subir los impuestos
indirectos supondría un aumento de los precios; si a eso sumamos la reducción de
salarios y las tasas de paro habrá que preguntarse: ¿aumentará así el consumo?,
¿disminuirá la pobreza? Lo pongo en duda.
Los palos siempre se le dan a los mismos, a la gente
corriente que tiene que hacer juegos de equilibrio para llegar a fin de mes. Bajar
el impuesto de sociedades mientras bajan los salarios y sube el IVA no busca
mejorar situación, sino preparar a determinadas empresas para que compitan por
la vía de los precios en el exterior. Ya lo he dicho muchas veces, si nuestra
estructura empresarial es fundamentalmente PYME y ésta depende del consumo
interno, las recetas del FMI nos llevan una vez más hacia un abismo.
Sin clases medias no se sostiene una democracia como tal, y
parece que esto todavía no lo han aprendido determinados grupos de presión. O
quizás sí, pero ésa sea su intención: un mundo de siervos empobrecidos.
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