La Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU (FCC) votó hace días la propuesta siguiente: las compañías de contenidos tuvieran la opción de pagar para conseguir que los proveedores de banda ancha privilegiaran su información permitiendo, así, que circulara a una velocidad mayor que otros creadores que no pagaran.
Esto abre de nuevo el debate sobre la neutralidad en la red
y el concepto del “derecho a Internet”. Internet es fuente de información, por
lo tanto, acceder a la red debería ser considerado un servicio público, tal
como acceder a la luz o al agua. Lo que ocurre es que las operadoras quieren
incrementar su negocio exponencialmente y las grandes compañías estarían
interesadas en eliminar competencia indeseable por la vía del talonario y la
velocidad por la que circulan los bites.
Ningún contenido en la red puede ser discriminado, pero esto
le da igual a muchos gobiernos e interesados. El fin de la neutralidad en la red
modificaría ésta tal y como la
entendemos, transformando radicalmente un espacio en el que todos los
contenidos son iguales a otro en el que, como siempre, el más grande se llevará
el gato al agua.
Asimismo, el fin de la neutralidad también obstaculizaría el
movimiento de información y, por lo tanto, es posible que empresas como Google vieran mermada su capacidad de
mover información y, como es evidente, su vía de negocio. Es precisamente la
organización del exceso de información lo que abre las puertas a nuevas
herramientas abriendo el camino así a nuevas oportunidades para hacer dinero.
Según la información que publica la prensa, el presidente
Obama está a favor de la neutralidad en la red bajo el argumento de que un
Internet abierto y libre ha permitido que pequeñas empresas salten al terreno
de juego fortaleciéndose progresivamente hasta convertirse en un motor
importante del crecimiento económico. Es evidente que si bajamos las barreras de
entrada para cualquier negocio, la posibilidad de que el dinamismo económico se
incremente se ve fuertemente multiplicada. Habrá que ver si Obama cumple su
promesa o, por el contrario, se pliega a otros intereses y termina claudicando.
Como bien dice la noticia, “de llegar a ser implementada la
nueva regulación, firmas como Netflix
o Amazon podrían pagar cuotas para
garantizar un servicio de streaming sin fallos de descarga, en
detrimento de otras empresas más pequeñas”.
Habrá que esperar hasta septiembre para ver cómo termina la
votación y el dictamen de dicha organización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario