El Tribunal de Justicia de la Unión Europea estima en una sentencia que Google debe eliminar aquellos enlaces
que proporcionen información que un ciudadano considere que le perjudica o no
sea pertinente.
El
derecho de olvido en Internet abre ahora un abanico de posibilidades que pueden
parecer, a priori, muy importantes
para casos específicos en los que el honor está en juego; pero, al final, como
siempre ocurre, puede convertirse en un túnel inmenso para censurar y eliminar
información que sea considerada por determinados grupos o personas no son buenas, pero que a nivel ciudadano sí
puede interesar. Lo curioso es que resulta que le estamos diciendo a un
buscador de Internet que no busque, que elimine información por orden judicial.
Estamos culpando al intermediario, al que indexa, de todos los males de la
sociedad.
Comobien dice Enrique Dans en su blog, Internet no siempre va a hablar bien de nosotros.
De ahí que sea necesario construir una reputación digital y preocuparnos por
saber administrarla y trabajarla bien, con la honestidad por delante. Así
podríamos conseguir que nuestra información, aquélla que producimos nosotros y
que tiene que ver con nuestro buen hacer, se posicione por delante de otra
menos agraciada. El SEO ya no sólo es importante para las empresas, es que
nuestros perfiles, en la sociedad de la información, están navegando
constantemente por un mar de datos y es necesario saber nadar allí.
Esta sentencia creará el recurso fácil de la
demanda constante, creando un Internet que sólo indexara información
“superguay” de todos nosotros en un mundo de fantasía y piruletas. O sea, un
mundo falseado.
No se
pide retirar la información a la fuente, sino que se vuelve a culpar al que
indexa. Ahora los gobiernos y gente con poder las tienen todas consigo. Si no
me beneficia, es que tengo derecho a que Google
se olvide de mí. Y lo mejor, cuando una empresa tenga un foro y las opiniones
sobre sus productos no sean buenas, incluso estando fundadas, éstas dejarán de
indexarse porque el olvido es un derecho.
El
problema es que no sabemos o no queremos administrar nuestro papel en Internet;
desconocemos a nivel general qué herramientas nos permiten organizar la
información sobre nosotros y nos la trae al fresco trabajar nuestra reputación
digital de tal forma que la información negativa no intoxique nuestro trabajo o
nuestro honor.
Cuando
buscamos en Google o en Internet queremos
saber toda la información. Esto puede ser peligroso o no; puede mostrarnos
elementos negativos o no; puede ser perjudicial o no; pero que un tribunal apruebe que se pueda censurar
información en Internet es harina de otro costal. Como os decía, me da un poco
de grima. Hay que ser prudentes en todo este tema, pero, de nuevo, vemos cómo cada
vez más se intenta controlar una red de por sí libre. Primero es el intento de
terminar con la neutralidad; luego, el caso del canon y el fin del derecho a
cita, y ahora el derecho al olvido. Las redes sociales serán lo próximo que se
querrá vetar y así un largo etcétera.
¿Resistirá
Internet todos estos ataques?
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