La noticia tecnológica de la semana pasada fue, sin duda, lacompra de WhatsApp por parte de Facebook. Pero quizás lo más rimbombante
de esta adquisición fue la cifra que pagará la red social por el servicio de
mensajería instantánea: 19.000 millones de dólares. Una auténtica barbaridad.
¿Vale tanto?
En esto de Internet, donde proliferan las burbujas, se
pierde uno con la cuestión del valor. Ya lo comenté en su día cuando me enteré
de que Google valía en Bolsa más que
la petrolera ExonMobile (unos 395.400 millones de dólares o 289.986millones de euros).
WhatsApp supone un
producto que permitirá a Facebook meterse
de lleno en la telefonía móvil -algo que, según dicen los expertos, se le
estaba resistiendo, a pesar de que todo el mundo tiene la aplicación de Facebook en el móvil- a través de una
empresa que ha conseguido 450 millones
de usuarios en cinco años. Pero, como probablemente ocurra, muchos de los
usuarios de Facebook ya lo son
también de la mensajería instantánea, por lo que poco se puede ampliar la base
de datos. Además, ¿dónde está el negocio multimillonario? ¿En los datos?, ¿en
la publicidad?, ¿en ambos?
Una cosa está clara: las grandes corporaciones tecnológicas no
pararán hasta que compren todo aquello que consideren que genera algo de valor
en esto de la tecnología. La concentración en pocas manos de las grandes
empresas de Internet -citaba previamente el ejemplo de Google- plantea un universo oligopolístico a medio plazo.
WhatsApp tiene tan
sólo 50 empleados, y las críticas a su servicio y a la seguridad del producto están
a la orden del día. Es cierto que Internet es un mercado muy volátil, pero si
cada aplicación o invento que surja para la red y que tenga algo de potencial
es rápidamente adquirido por una de las grandes, la volatilidad se reduce a un
trasvase de líneas de negocio dentro de una misma compañía. El pelotazo que han
dado los amigos del guaseo,
repartiéndose tanto dinero, es obvio. Otra cosa es que estos precios estén
dando una información errónea al mercado hinchando de nuevo las burbujas de las
puntocom.
Según leemos en El
diario.es, la competencia de WhatsApp
no es que esté muy aventajada: “La excesiva estrategia publicitaria de LINE
no lo hacen el mejor amigo en este momento. Heml.is se mantiene en
desarrollo perpetuo. Telegram se plantea como una opción muy a tener en
cuenta”. Por el contrario, Enrique Dans mantiene que “en mi modesta opinión, WhatsApp es una aplicación de mensajería
instantánea mala e insegura, creada por una empresa con una estrategia
inconsistente. Un producto perfectamente sustituible y sin una ventaja
competitiva consolidada”. En fin, opiniones para todos los gustos.
Está claro que lo que se persigue es un posicionamiento estratégico
y éste se basa en controlar el mayor número de información del mayor número de usuarios.
Estamos llegando a un callejón sin salida en el que todo lo que vamos soltando
en el ciberespacio puede llegar a ser utilizado de forma poco clara por grandes
industrias transnacionales. Desde el móvil hasta el correo electrónico, cada vez hay menos empresas que participen en
la competencia por nuestros datos a través de sus servicios.
A pesar de que las barreras de entrada en Internet son bajas
-casi cualquier entendido puede arrancar una StarUp-, la fuerza que están cogiendo Facebook y Google es tal
que no sé si es posible que a corto plazo puedan tener unos rivales que les
hagan la competencia sin que terminen o bien siendo absorbidas, o bien siendo
demolidas por no poder competir.
Veremos cómo sigue el
mercado dos punto cero. El debate sigue abierto.
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