Suiza ha llevado a cabo recientemente un referéndum en el que se planteaba si era necesario o no regular la “inmigración en masa”, entendiendo este trabajador extranjero como todo aquel perteneciente al resto de países de la Unión. La confederación helvética se pondría así fuera del acuerdo Schengen del que es miembro.
La consulta propuesta por “el partido de extrema derecha, la Unión Democrática de Centro (UDC),
también restablece el principio de la preferencia por el trabajador nacional
frente al extranjero, que se encontraba abolida
para todos los trabajadores procedentes de alguno de los países de la
Unión Europea”. Con poco más del 50% de votos favorables a la polémica
medida, y con un 3% de paro, Suiza se coloca así como un país oficialmente
receloso al trabajador extranjero, profundizando aún más en ese debate
populista, pero que no se termina de abordar, sobre la cuestión de la
inmigración en Europa.
Culpar a la democracia directa, como he escuchado en algunas
tertulias, me parece obsceno. En Francia tenemos a Le Pen que va sumando votos
y no sabemos cómo acabará la cosa, o ya
en su tiempo Dinamarca se desligó de Schengen
sin ser una democracia asamblearia que digamos.
El auge de la xenofobia es común en las crisis, pero también
en épocas de bonanza se puede ver. Los sentimientos nacionales y de rechazo al “contrario”
son muy poderosos, aunque Suiza sea una mezcla de “naciones” -es una nación multilingüe
y cuenta con cuatro idiomas nacionales: alemán, francés, italiano y romanche, y
cada grupo lingüístico tiene representatividad en las instituciones democráticas-, la idea del nosotros y los otros siempre está
a la orden del día.
Hace unos meses se celebró un referéndum para limitar el sueldo a los banqueros y se perdió;
y dentro de poco celebrarán otro para ver si establecen una renta básica deunos 2.500 francos mensuales. Con un aval de 100.000 firmas se puede consultar a la ciudadanía sobre diversas cuestiones, tal y como lo
estamos viendo. ¿Es lícito preguntar sobre la Renta Básica? Parece que sí, pero,
¿y sobre la inmigración? ¿Qué pasa si la ciudadanía quiere que su gobierno
rompa un tratado internacional mediante un plebiscito? Más complicado, ¿no?
La cuestión, y esto es para debatir, es que la democracia
debe protegerse tanto del poder como del populismo. Los derechos humanos deben
ser intocables, por mucho que haya iniciativas que quieran someterlo a
votación. Pero atentos: si la población piensa así, considera que la
inmigración es un problema, las instituciones tienen que reaccionar, no pueden
cruzarse de brazos esperando a ver si
utilizan el tema electoralmente o no. Porque si hay crisis económica, todo
tiene explicación, pero con un 3% de paro, el argumentarío se complica. Sobre
todo, cuando la mayoría de los analistas dicen que la inmigración en Suiza ha
sido tremendamente positiva para su crecimiento económico.
El debate sigue abierto.
La opinión popular es tremendamente influenciable por los mass-media. Y si esa población no tiene un mínimo de educación y criterio, se guiará por el populismo. ¿Sube el paro? ¿La tele dice que la culpa es de los inmigrantes? Referendum al canto y fuera inmigrantes.
ResponderEliminarCierto, Pepe. Pero resulta que Suiza sólo tiene un 3% de paro, por lo que se ve que este tipo de opiniones, o miedo al inmigrante, se está extendiendo más allá de la crisis. Un saludo!
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