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El conflicto que vive Ucrania con Rusia no sólo es cuestión
de tanques y frenetismo diplomático, también llega a Internet, la gran red que todo lo ve.
Leo en El diario.es que: “Las autoridades ucranianas han denunciado
ciberataques a sus sistemas y todas las miradas apuntan hacia Rusia, aunque la
responsabilidad estatal no está clara. Los ciberataques se han convertido en
una medida de presión que hoy ya incide en las relaciones entre países”.
La comunicación es fundamental y en tiempos de guerra, más.
Controlar la propaganda, la información que tiene el enemigo o la que
trasciende por parte de un país a potencias extranjeras ha sido una constante
en toda guerra y la política exterior, aunque parezca que no, siempre tiene en
mente la guerra. Cuánto daño le hizo a EEUU Snowden, aunque todos sospechábamos
que, en su mayor parte, el espionaje circula a la velocidad de la luz por todos
los rincones del ciberespacio.
Seguimos con la noticia: “el Servicio de Seguridad del país ha denunciado que los soldados rusos
han tomado el control de las telecomunicaciones en Crimea, particularmente las
instalaciones de la operadora Ukrtelecom. En ellas habrían instalado equipos
para bloquear e intervenir teléfonos pertenecientes a miembros del gobierno y
del parlamento ucraniano”.
Aunque no está claro que Rusia haya lanzado un ciberataque -a priori muy controlado-, parece ser que
la idea es intervenir un segmento muy limitado pero importante de información: ámbitos de seguridad, los correos electrónicos de los
parlamentarios y a la agencia de noticias.
La información es poder. Permite, primero, controlar lo que,
en base a ésta, piensa la opinión pública; de ahí que la propaganda haya sido
una herramienta muy útil por parte de los estados o grupos de presión. En
segundo lugar, la información, si es buena, puede permitir anticiparte a los
movimientos de tu adversario, sabiendo cuál sería el próximo movimiento de un
enemigo real. En fin, información, información y más información y, si por algo
se caracteriza Internet, y cada vez más, es por tener un volumen sin parangón de
información no sólo de todos nosotros,
sino de personajes con cierta repercusión a nivel de poder.
No pensemos que esto es cuestión de Dictadura vs. Democracia;
en todo caso, en una democracia dominada por el estado de derecho hay que
exigir más transparencia y mayor respeto por los derechos civiles. Otra cosa es
que se consiga.
¿Cómo se justifican el espionaje o los ciberataques? Pues en nombre de la diosa
seguridad. En el Parlamento Europeo, la“Comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior” ha presentado un informe sobre los programas de espionaje masivo de las agencias de espionaje norteamericana
(NSA) y británica (GCHQ). El ponente
y autor de este informe, el laborista británico Claude Mores, plantea la dualidad
seguridad-libertad como pivote fundamental que sirve de soporte al discurso
centrado en el ciberespionaje. Incluso cita a Hobbes en su presentación.
La opinión de la comisión de libertades civiles sobre el espionaje masivo en Internet es clara
( cito otro artículo de El diario.es que
recoge, a su vez, extractos del informe): “la
existencia de sistemas tecnológicamente muy avanzados, complejos y de amplio
alcance, diseñados por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y de
algunos Estados miembros, para recopilar, almacenar y analizar datos de
comunicaciones, incluido el contenido, y datos y metadatos ciudadanos en todo
el mundo, a una escala sin precedentes, y de una manera indiscriminada y no
basada en sospechas”.
El informe arranca
con unas palabras que me interesa traer aquí
(pág. 8): “considerando que la protección de datos y la intimidad son derechos
fundamentales; que las medidas de seguridad, incluidas las medidas de lucha contra
el terrorismo, deben perseguirse a través del Estado de Derecho y deben estar sujetas
a las obligaciones en materia de derechos fundamentales, incluidas las relacionadas
con la intimidad y la protección de datos”. O lo que es lo mismo, no hay atajos
para luchar contra la inseguridad al margen de la ley. Tiene razón, pero hay
otro tipo de razón que no entiende de enmiendas: la razón de estado.
Cuando Julian Assangey los coautores de Cipherpunk advertían que cada vez que el Estado quiere
meterle mano a Internet saca los cuatro jinetes del infoapocalipsis (terrorismo, pornografía
infantil, blanqueo de dinero y la guerra a ciertas drogas), no se equivocaban
en nada. Que se pilla a EEUU gracias a Snowden en una cuestión de espionaje
internacional, pues nada, es que desde el 11 de septiembre hay una guerra y hay
que usar todo el armamento, incluido meterse en nuestros móviles. Pero está
claro, por lo menos el informe así lo establece, que el caso desvelado por Snowden ha sembrado
cierta inquietud en la UE (por lo menos, debería):
“Los
derechos fundamentales, en particular la libertad de expresión, de prensa, de pensamiento,
de conciencia, de religión y de asociación ,la vida privada la protección de datos,
así como el derecho a un recurso efectivo, la presunción de inocencia y el derecho
a un juicio justo ya no ser discriminado, consagrados en la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos,
constituyen piedras angulares de la democracia, y que la vigilancia masiva de seres
humanos es incompatible con estas piedras angulares” (pág. 11 del informe).
Y otro elemento también importante:
“la recopilación masiva
de datos personales con fines comerciales y en el marco de la lucha contra el terrorismo
y los delitos transnacionales graves ponen en peligro los derechos de los ciudadanos
de la UE en relación con los datos personales y la intimidad” (pág. 13 del
informe).
La
privacidad es sagrada, y es evidente que el miedo que surge entre todos
nosotros no sea más que la sospecha de que la utilización de la información
obtenida mediante espionaje tenga otros motivos ocultos más allá de lo cuatro jinetes
aludidos: motivaciones políticas y
económicas.
Pero incluso
si hablamos de lucha contra el terrorismo, ¿es útil esta forma de acumular información? Snowden establece “que los Estados Unidos estaban llevando a
cabo un programa de vigilancia de masas ilícito cuyo mayor éxito había sido el
descubrimiento de un taxista que había transferido 8.500 dólares de Estados
Unidos a Somalia en 2007". "Los recursos que podrían haber costeado
una investigación real habían sido gastados en monitorizar las llamadas de
cualquiera en América”.
En fin, seguiremos hablando de este tema; queda mucho por
decir y ver. El debate sigue abierto.
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