El contrato a tiempo parcial supone una disminución del
sueldo, y habrá que preguntar al trabajador si realmente trabaja a media
jornada o, por el contrario, termina echando más horas de las estimadas por
contrato sin recibir un jornal por ese tiempo extra. Esta situación es más
común sobre todo desde el inicio de la crisis, como es normal; un 26% de paro
hace que la gente esté muy desesperada por trabajar en “Lo que sea”. Cuando hay
que pagar facturas, no se está para muchas delicadezas, y se acepta cualquier
condición con tal de tener algo de ingresos.
La pregunta que
debemos hacernos es si queremos un país sin clase media, en el que el 1% de la
población acumula más riqueza que el 99% restante -tal y como el premio Nobel
de economía Joseph Stiglitz nos analiza en su libro “El precio de ladesigualdad” -, o un país con un tejido productivo y
social avanzado y más equitativo. No hablo de imponer la igualdad de
resultados, algo que le gusta mucho mentar al pensamiento más reaccionario para
criticar las políticas sociales, sino de igualdad de oportunidades y, desde
luego, de crear unas condiciones
laborales y sociales dignas para la mayoría.
A la excesiva temporalidad y los salarios bajos, hay que sumarle la cantidad de autónomos
“forzosos”, cuyos derechos y beneficios sociales derivados de su situación
laboral (véase prestación por desempleo, baja por enfermedad etc. ) son
infinitamente menores a la de un asalariado.
En situaciones desesperadas, como comentaba, es mejor un mal empleo a no
tener empleo. Pero, ¿es posible que este tipo de trabajo mal remunerado ayude a
incrementar la demanda agregada del país? Pues seguramente no, si sumamos el
nivel de endeudamiento familiar y, lo que es más importante, el miedo constante
a ser despedido no hay hueco para gastar mucho. El consumo está tan estancado
que hace falta bastante para que vuelva a revivir.
Desde el punto de vista empresarial es muy difícil crear
capital humano cuando el personal rota tanto. La crisis hace que los
contratadores no puedan prever un incremento de ventas lo suficientemente
fuerte como para hacer indefinido a todo el mundo, pero la falta de dicho capital y de productividad es un obstáculo enorme si
queremos que una economía crezca de forma sostenible y sólida. Competir bajando
salarios o competir innovando y a base de capital humano, parece un dilema que
en España estamos afrontando por el camino de la devaluación interna.
Hay que tener todos estos aspectos sociales muy en mente,
independientemente de la estrategia para buscar empleo o la motivación individual tan necesaria en estos tiempos. Si
olvidamos el análisis social, podemos perdernos entre tanta cifra y tanta falsa
esperanza.
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