La semana pasada el gobierno turco, capitaneado por Erdogan,
decidió ponerle puertas al campo prohibiendo a todo su país el uso de Twitter. La red social de microblogging había sido un canal muy
utilizado por la ciudadanía para denunciar posibles casos de corrupción y otros
desmanes llevados a cabo por miembros de dicho gobierno y del partido que lo
sustenta, el conservador Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus
siglas en turco).
En primer lugar, Twitter
es una red neutral en la que opina libremente la gente. Si alguien insulta o
agrede gravemente la integridad moral de otra persona, se puede bloquear y
denunciar. En este caso, cerrar Twitter
tiene otra finalidad: combatir la libertad de expresión.
En segundo lugar, ¿realmente se cree el gobierno turco que
la gente no tiene otros subterfugios para burlar la censura? Internet está
lleno de posibilidades enormes. Blogs, chats, otras redes sociales, etc. Parece
mentira que en un mundo tecnológicamente avanzado se pretenda combatir al
ciberespacio con piedras (os recomiendo el artículo de Enrique Dans sobre las nuevas
estrategias que usa la gente para evadir esta censura).
No nos acordamos de la libertad hasta que vemos actuaciones
así. Internet es un espacio que no gusta al poder, y pretende hacer todo lo que
pueda para intentar controlarlo. ¿Cuál es el verdadero problema? Pues que, como
bien sabemos desde hace tiempo, es la comunicación la que crea los marcos necesarios
para introducir patrones ideológicos que ayuden a apuntalar cualquier régimen. Con la irrupción el 2.0, se
abre la posibilidad de que se creen medios de comunicación al margen de las
corporaciones mediáticas de siempre: unas controladas por cualquier gobierno,
otras controladas por empresas que, al final, convencen a todos de que sus
intereses son los de la mayoría. La comunicación es fundamental en política,
mucho más que las grandes gestas y el mesianismo que veo que mueven a algunos
dirigentes. Si no llegas a la gente, no haces política.
Manuel Castells fue claro en su libro “Redes de Indignacióny esperanza” al establecer una relación más que importante entre las redes sociales,
Internet y las todavía recientes movilizaciones sociales, como la primavera
árabe o el 15M. Internet no pretende sustituir la calle, lo que ocurre es que mucha
gente se reúne en la red, más aún cuando, por ejemplo, el paro juvenil llega en
muchos países a superar al 50%. Si no
hay fábricas -donde el movimiento obrero arrancó-, ¿no son posibles otros
escenarios en los cuales la gente se informe y decida organizarse? Sí, Internet
lo está demostrando; aunque es una más entre las posibilidades, sin duda, es la
que más potencia tiene para conectar ciudadanos con los mismos intereses.
No pretendo pintar un universo en el que votemos por
Internet e interpelemos a nuestros representantes por la red, simplemente ha
surgido un nuevo canal de comunicación
más democrático, participativo y con posibilidades para el activismo que
es necesario utilizar.
Cuando pretenden bloquear Internet en nombre de la
democracia, la democracia peligra. Cuando pretenden limitar tu capacidad de
generar y mover contenidos en la red, algo huele mal. Cánones, bloqueos,
insultos a los internautas es algo cada vez más común desde instancias
corporativas. Hay que estar atentos.
El debate sigue abierto.
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