Que los precios suban, o sea, que haya inflación, es un
problema, pero el caso contrario, la deflación, también. La bajada generalizada
de precios indica que el consumo cae, la actividad económica se estanca y
peligra la recuperación económica. Además, un país tan endeudado como el
español necesita un poco de inflación; al fin y al cabo, la subida de los
precios se va comiendo parte de lo que se debe.
Para los países del sur, no sólo España, cada vez es más
inminente un problema de deflación. El FMI “otorga a España la mayor posibilidad de
deflación y, sin embargo, le calcula para 2014 una tasa media del 0,27% y una
interanual a cierre de año del 0,47%, mientras que a Grecia, que teóricamente
corre un peligro inferior, le estima una inflación media del -0,4% en 2014
(tras el -0,9% de 2013) y una interanual al acabar el ejercicio del -0,044%”. Pero,
claro, el FMI falla más en sus pronósticos que una escopeta de caña.
Mientras se advierte que la deflación es un problema, el FMI
pide que España desarrolle una devaluación interna que permita bajar los precios
más que sus socios europeos. Ésta es la estrategia de bajada de salarios y otras
políticas que se implementa en nuestro país desde que la Troika se hizo cargo
de nuestra política económica. De nuevo, el FMI cae en esa dicotomía
esquizofrénica de pedir dos cosas a la vez: baje los precios, pero no mucho;
recorte, pero no demasiado.
Además, con la burbuja inmobiliaria que tenemos, es evidente
que hay un exceso de activos inmovilizados que no tienen salida. La perspectiva
de que los precios bajen aún más detiene a posibles compradores de invertir
ahora, lo que profundiza aún más el estancamiento.
Os dejo un gráfico con las previsiones del FMI que herecogido de El País.
Como podéis ver, la deuda pública sigue subiendo, aunque las
previsiones, tanto en crecimiento de PIB como en descenso de paro, son más
positivas de lo que se preveía, eso sí, previsiones totalmente equivocadas. La tasa de paro está en este 2014 en un 26%, por lo que parece complicado bajarla
del 20 para el año que viene.
Mientras sigamos con un amplio sector de la población activa
en desempleo y los que trabajan tengan salarios muy bajos, la deuda seguirá
siendo un problema, porque no podremos crecer, generar actividad económica y,
por consiguiente, incrementar la recaudación fiscal.
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