Distribución de los
ciudadanos extranjeros por nacionalidades:
Según podemos leer en el informe del INE, “los extranjeros en España inscritos en el
Padrón Continuo pertenecientes a la UE suman 2.047.532. Dentro de estos, los
más numerosos son los rumanos (795.513), seguidos por los británicos (297.299)
y los italianos (180.643). Entre los extranjeros no comunitarios, destacan los
ciudadanos marroquíes (771.427), los ecuatorianos (218.189) y los chinos (185.250)”.
Es evidente que la crisis ha llevado a muchos extranjeros a
volver a su país de origen dadas las pocas expectativas que hay en España.
Además, nuestra pésima situación económica tampoco es que anime a otras
personas a venir a trabajar aquí, por mucho que intenten asustarnos diciendo
que nos van a invadir por la frontera de Ceuta y Melilla.
La baja natalidad española y los españoles que han emigrado
se suman a lo anteriormente expuesto explicando así cómo un país en el que la población
crecía constantemente se encuentra con este panorama. ¿Consecuencias a largo
plazo?
Fijaos en esta pirámide de población que el INE realizó en
el 2012, con una proyección de la población hasta 2052, a la sazón más
optimista de la que podría darse ahora tras los últimos datos publicados. Como veis,
el envejecimiento de la población es palpable, dificultando así mantener, por
ejemplo, un sistema de pensiones basado únicamente en las cotizaciones a la
Seguridad Social. También es importante afrontar las necesidades de una
sociedad envejecida, tales como ayuda a domicilio y el desarrollo de políticas
con un presupuesto en condiciones que ayuden a que nuestros mayores ahora y a
nosotros mismos en el futuro se nos pueda asegurar una calidad de vida
aceptable.
Lo que más me sorprende es que, a pesar del descenso
continuo de la población, sigamos con unas tasas de paro tan bestiales. No quiero
pensar cómo estaríamos si tuviéramos la tasa de actividad de otros países
europeos. Es evidente que en España tenemos un problema grave con nuestro
modelo productivo -no me canso de decirlo-, con nuestros horarios, nuestra
industria y nuestra capacidad para repartir el trabajo. Mal vamos por esta
senda.
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