Sibila délfica, fresco de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. |
Las ciencias sociales siempre han jugado un poco a
Nostradamus. Tener tantas estadísticas, números, posibles predicciones y dar explicaciones
a los sucesos humanos ha engañado a muchos
científicos sociales que se han abalanzado a intentar “predecir los acontecimientos”,
como si hubiera grandes leyes universales que rigen nuestro comportamiento.
Las predicciones en el ámbito de las humanidades y las
ciencias sociales fallan (véase la economía). Incluso la meteorología, que es
física, puede fallar. Y, desde luego, la idea de que se conocen unas leyes
inmutables de la historia por la que todo sigue un mismo curso fácil de prever,
es rebatida una y otra vez por la realidad. Sin embargo, gracias a Internet y
al control de la mayor fuente de información a tiempo real que nunca ha tenido
la humanidad, de nuevo, algún politólogo o sociólogo cree el moderno oráculo de
Delfos.
Leo en la prensa que “un
grupo de investigadores australianos asegura haber desarrollado un modelo
matemático para predecir el genocidio.” También un sociólogo suizo ha
utilizado una criba de artículos periodísticos para estimar cuándo puede
estallar una guerra. Y, ya en Carolina
del Norte, un laboratorio de la Universidad de Duke está creando programas
informáticos con al ánimo de adelantarse a las insurrecciones.
Twiter, Facebook… las redes sociales en general,
son objeto de minucioso análisis. Si la gente dice lo que piensa, será posible
determinar cómo va actuar. Pero, ¿es esto así de sencillo? ¿El odio vertido en los
medios sociales es una antesala para un estadillo de violencia en el mundo offline tal y como quieren plantear
estos estudiosos?
Como en Minoriry Report,
estamos ante el intento de construir esos personajes que arrestan a los delincuentes antes de actuar. Aunque suena a
ciencia ficción, ¿de qué sirve si no el espionaje masivo desvelado por Snowden?
Una vez más la ciencia intenta despejar el camino al poder: la arrogancia de
creer que se pueden planificar, prever, predecir nuestros actos.
Estudiando una serie de variables como la mortalidad
infantil o la violencia en los últimos años, y mezclándolos con otros muchos
más, como la rivalidad con países vecinos o la existencia de recientes golpes de
estado, se está configurando una lista de los 15 posibles países en los que es muy
probable que ocurra un genocidio. Es cierto que cuando las condiciones
económicas y la pobreza de la población son muy extremas, el estadillo social
está casi garantizado. Pero, ¿hacia dónde estalla? En la Europa de entreguerras
el marxismo decía que hacia la Revolución proletaria, sin embargo, llegó el
fascismo y la masacre de la II Guerra Mundial.
Las matemáticas y los algoritmos pueden determinar una
relación causa-efecto entre condiciones sociales y violencia bajo unos
preceptos de racionalidad. Pero, ¿y si no se actúa como se espera? ¿Y si el ser
humano a veces se mueva por criterios “poco razonables”?
Qué pensáis,
¿Internet puede servir para predecir el caos?
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