Según las últimas noticias, los jóvenes que no utilizan
redes sociales están en riesgo de exclusión. Es evidente que para el colectivo
que abarca edades comprendidas entre los 16 y los 26 años, el uso del móvil y
de toda la parafernalia social media
forma parte de su día a día. Desde la mensajería instantánea hasta Facebook o Tuenti, cualquier red es un instrumento válido para estos nativos
digitales. Quedar para tomarse algo o comentar las últimas novedades de la
pandilla son actividades cotidianas que se mueven por Internet como pez en el
agua.
Pero como en todo, aquí viene el lado oscuro: según un
estudio del CentroReina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, los jóvenes que no tengan acceso
a estas tecnologías de la información y
la comunicación (TICS) se sentirían aislados, en riesgo de exclusión y
marginación por parte de sus iguales. Evidentemente, es como si tus amigos
quedan para tomar un café a una hora determinada en una cafetería y a ti, por
cualquier motivo, no te dejan entrar. El grupo sigue su vida mientras tú te
quedas al margen.
La brecha digital es algo más problemático de lo que parece.
No sólo porque los jóvenes puedan o no cotillear a través del móvil, sino también
porque a la hora de acceder a contenido formativo, no tener Internet puede ser
un obstáculo a la hora de buscar información relevante para el desarrollo de un
estudiante. No contar con la mayor base de datos de la historia puede generar
desigualdades entre los que sí puedan desarrollar buenos trabajos o buscar información
para clase y quiénes no. Cuando conoces
a gente sin ordenador ni Internet, te das cuenta de lo que significa no estar
conectado.
El estudio también habla de los riesgos del uso de las redes
y de la temeridad propia de los adolescentes. Es normal, pasa con todo tipo de peligros
que existen en la calle y la edad no perdona. Ante todo esto lo que hace falta
es mucha información; pero es obvio que cuando a los jóvenes, que se han criado
con Internet, la charla se la da un adulto de la edad de sus padres, lo ven
como un extraño que pretende enseñarles algo que estos chicos conocen mejor que
nadie. En este sentido, las moralinas perjudican. Esas charlas en la que todo
es peligroso y si enciendes un ordenador, poco más o menos, que te sale una
boca siniestra y te devora, no calan. Como en todo, hace falta sentido común.
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