El diario El País publicó no hace mucho lo siguientes
gráficos:
Podemos afirmar lo siguiente: el contrato de tiempo parcial
se va incrementando tanto en su versión indefinida como en la temporal. Menos tiempo de contrato y menos jornada, el gráfico creo que es bastante acertado. Además, cuando se pregunta a la gente por qué aceptó
un contrato a media jornada, el 70% de los hombres y el 60% de las mujeres
contestó que porque no tenían otra opción.
El contrato indefinido se está volviendo más difícil de encontrar
que un trébol de cuatro hojas y los cambios en las indemnizaciones por despido
y recogidas por las sucesivas reformas laborales plantean que la tendencia es
eliminar los posibles privilegios que tenía un contrato fijo frente a uno
temporal.
Más datos interesantes: el grupo de afiliados a la Seguridad Social con trabajo a tiempo
completo y contrato indefinido suma unos 6 millones de afiliados de los
16,3 millones que hay en total
registrados en la Seguridad Social. Antes de la crisis eran unos 7,6 millones.
¿Esta nueva flexibilidad puede acelerar la recuperación del
empleo en España? Pues podría ser, pero antes habría estudiar el nivel salarial
de las nuevas ocupaciones. Si el empleo no conlleva un incremento suficiente de
la renta del asalariado como para que pueda tener las necesidades mínimas cubiertas
y algo de dinero que permita aumentar el
consumo, mal vamos. Me temo que los contratos a tiempo parcial deben tener unos
sueldos realmente bajos en un gran número de casos, lo que no me inspira mucha
confianza de cara a dinamizar la economía española.
Un contrato a tiempo parcial con posibilidades de ascenso a
través de la formación y, sobre todo, con posibilidades de seguir en la empresa
el tiempo suficiente para generar capital humano, no debe ser un problema. El
problema surge cuando los contratos son tan efímeros que no dan para más y la
motivación que se le inculca al asalariado no puede ser muy alta porque sabe
que, haga lo que haga, no le va a servir para continuar en la empresa. La
palanca de la productividad también debe ser un compromiso del empleador.
Todo esto nos lleva a reflexionar sobre los minijobs alemanes y la posibilidad de
que se implanten en España de forma oficial. Si los sueldos reducidos vinieran
acompañados de ayudas sociales al alquiler y otros gastos normales de una
familia, es una posibilidad a estudiar, pero no va a ser así. Con 400 euros no
se vive, y si el estado no asume su responsabilidad en el bienestar social, no saldremos
en mucho tiempo de la crisis.
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